Borroso

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Kaoru despertó y no pudo evitar sonreír apenas abrió los ojos. Se sentía extremadamente feliz, y era en realidad la primera mañana que lograba despertarse temprano y no sentirse molesto aunque Kojiro nuevamente no estuviera a su lado.

Lo último que recordaba fue haberse ido a la cama con él, haberse acurrucado un rato en sus brazos y finalmente caer noqueado una vez el guardaespaldas comenzó a acariciar su espalda para hacerlo dormir después de esa intensa noche.

Mientras aún estaba recostado estiró los brazos y bostezó. Dirigió la mirada hacia el reloj de la mesa de noche y se percató de que, de acuerdo a la hora, Kojiro aún seguiría del otro lado de la puerta, así que se levantó de lo más contento para poder verlo, pero en cuanto abrió la puerta su respiración se entrecortó.

— ¿Qué hiciste, pequeña puta? —preguntó el hombre que portaba una máscara de gas y lentes oscuros.

— ¡¿Quién carajos er...?!

Antes de poder terminar de hablar, el hombre lo tomó del cuello de inmediato, causándole una inmovilidad casi absoluta. Kaoru intentó defenderse en menos de un segundo utilizando sus feromonas, pero éstas no salieron y eso le asustó.

El hombre negó con la cabeza mientras sacaba un pequeño dispositivo similar a un control remoto del bolsillo de su chaqueta.

—No te intentes revelar, monstruito —le dijo antes de lanzarlo al suelo—. No te conviene.

Kaoru había caído tan estrepitosamente al piso que de inmediato sintió sus piernas doler.

—Tráiganlo con Yoshimura —ordenó.

Alrededor de cinco hombres portando igualmente máscaras de gas y lentes oscuros, entraron para someter a Kaoru. Básicamente encadenando sus manos detrás de su espalda y forzándolo a avanzar hasta el consultorio.

El pelirrosa sintió de repente un terror que se hizo familiar, aunque ni siquiera sabía por qué. Su respiración agitada y el latido de su corazón estaban tan acelerados que incluso resultaba doloroso.

Llegaron al consultorio por fin, y nuevamente el hombre lo lanzó con fuerza, esta vez sobre la silla del escritorio.

—No tengas miedo. Tendrás compañía —le dijo.

Pronto, Yoshimura, Kirin y Daisuke entraron al lugar, también encadenados y siendo sometidos.

— ¡Kaoru! —gritó Kirin mientras intentaba acercarse, pero el guardia que la sujetaba la arrojó al suelo.

— ¡Hijo de...! —reclamó Daisuke para justo después recibir el mismo trato que ella.

El muchacho se encontraba todavía más asustado que antes, tanto que sus piernas ni siquiera lograban reaccionar. No entendía qué estaba sucediendo y sus feromonas brillaban por su ausencia.

El hombre se acercó nuevamente a él, le tomó la barbilla y lo observó muy de cerca.

—A esta cosa no la han cuidado bien, ¿verdad? —preguntó, luego miró a Yoshimura—Ven acá.

El doctor se acercó a ellos con mucho miedo también.

—Anoche —prosiguió el hombre—, ¿estabas tan desesperado que te cogiste una almohada? ¿Qué hiciste?

— ¿Por qué dice eso, señor? —preguntó Yoshimura.

—Actividad cerebral: normal. Feromonas: estables. Testosterona: normal. Adrenalina... Hmm, adrenalina: alta. A mí me parece que anoche te divertiste, ¿verdad? —dijo mientras leía el informe que llevaba en mano.

Proyecto Sakurayashiki || OMEGAVERSEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora