Estable

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NOTA: no sé desde donde me lean, pero por favor a Alan, el argentino, léanlo con el acento más exagerado que se imaginen, POR FAVOR. Y si son de Argentina, imagínenlo con acento porteño xD SE LOS RUEGO

*

*

Eran ya las siete de la mañana. Kaoru abrió los ojos y se encontró a sí mismo mirando el techo de su habitación. No supo en qué momento de la noche se había quedado dormido, y lo único que recordaba era haber olfateado un muy ligero aroma amaderado a hierbas proveniente del muchacho peliverde que se encargaba de cuidar la entrada que daba al pasillo de su habitación.

Se levantó de la cama y se dispuso a preguntarle a Kojiro lo que había pasado, pero en cuanto abrió la puerta, se topó con Alan ahí parado vigilando la entrada.

—Buenos días —dijo el pelirrosa.

— ¡Ah! Buenos días. Yo pensé que te levantarías tarde como ayer —respondió el argentino tratando de ocultar su mareo ante el olor del alfa.

De todas formas, Kaoru se dio cuenta.

— ¿Qué hora es? —preguntó.

—Las siete y cuarto, ¿vamos a ir a algún lugar ahora?

— ¿Ya llegaron las entrenadoras?

—Sí, llegaron hace poco.

—Me cambiaré e iremos —dijo el pelirrosa para después cerrar nuevamente la puerta.

Alan no podía ocultar lo mucho que le desagradaban las feromonas de Kaoru, pero era algo completamente involuntario, le mareaban y era una sensación que no podía reprimir. Sabía que era cuestión de tiempo poder acostumbrarse a ellas, pero de momento no podía obligarse a no sentirse sofocado.

Kaoru se daba cuenta a la perfección, así que supo de inmediato que no podía confiar en Alan para su futuro plan. Tampoco sabía qué tanto podía fiarse de Nilam y Hong, ya que ellos también estaban en la mañana con él por haber reaccionado de manera agitada a sus feromonas.

No tardó mucho en cuestionarse aquello, así que simplemente fue a cambiarse y después lo escoltaron hacia la sala de entrenamiento donde ya lo estaban esperando.

*

Kojiro estaba haciendo ejercicio en el gimnasio que se encontraba a su disposición en el mismo piso de los dormitorios del equipo. A su lado se encontraban Gandhi, David y Suha ejercitándose también.

— ¿Qué tal les fue anoche? —preguntó Suha.

—Bastante tranquilo, la verdad. Nos dijeron que en cuanto su olor se intensificara era señal de que se había dormido, y como estos días ha sido difícil pensé que tardaría más en percibir sus feromonas, pero en realidad fue rápido —respondió David.

—Como yo estoy en el balcón en realidad nunca me di cuenta —dijo Gandhi.

— ¿Y tú, Kojiro? ¿No te fue difícil? —preguntó Suha—No hueles como tú.

—B-bueno, durante la noche no las puede controlar, y el lugar donde duerme es el más cercano a mi puesto.

El peliverde terminó su flexión número chorrocientos mil y se puso de pie. No quería que por llevar impregnado el olor de Kaoru sus compañeros malinterpretaran algo, así que se apresuró en terminar su entrenamiento y rápidamente se dirigió hacia las regaderas.

Después de que Kaoru se quedara dormido, el peliverde lo llevó de regreso a la cama y se quedó observándolo durante un buen rato, por ello fue que se impregnó más de lo normal, pero no lo podía evitar, Kaoru era el muchacho más bonito que había visto en su vida y sentía que no le podía quitar los ojos de encima aunque quisiera. 

Proyecto Sakurayashiki || OMEGAVERSEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora