CAPÍTULO 36

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Tenerlo tan cerca hace que todo dentro de mí se remueva de forma extraña, es como si no fue dueña de mi propia vida en este momento. Su aroma inunda el coche, sus ojos verdes parecen más oscuros de lo que recuerdo, su voz a salido ronca y profunda.

La Haley soñadora, enamorada e ingenua desea saltar a sus brazos y sentirse viva una vez, desea besar esos labios perfectos y disfrutar del elixir que solo él puede proporcionarme, pero, por otro lado, la Haley fuerte, desconfiada, herida e inteligente se niega a seguir formando parte de las mentiras que salen de la boca de este hombre. Se rehúsa a escucharle y caer en su juego.

—Salte de mi coche —ordeno—. No quiero escuchar nada que salga de tu boca.

Agradezco mentalmente que la voz no me tiemble en ningún momento y poder mantener el control frente a él. No puedo permitir que me vea derrotada una vez más.

—Preciosa… por favor —insiste, arrastrando las palabras—. Solo te pido que me escuches, que me permitas explicarte las cosas.

Cierro mis ojos un par de segundos tratando de canalizar el cumulo de sensaciones que empiezan a apoderarse de mí.

—No quiero escucharte —niego—, no voy a creer nada de lo que digas. Solo quiero que te alejes de mí.

Mis últimas palabras consiguen que mi pecho duela. Le estoy pidiendo que se aleje aun cuando muy dentro de mí no quiero que lo haga, no cuando mi alma grita su nombre con desesperación, no cuando sigo viéndolo en mis sueños, no cuando estoy perdidamente enamorada de él.

—¿De verdad me quieres lejos de ti? —interroga.

—Sí —afirmo sin dudar si quiera.

Entonces su mano derecha viaja hasta mi rostro y acuna una de mis mejillas, de forma involuntaria mis ojos se cierran ante su contacto y todo el fuego que quemaba mis entrañas se apaga de inmediato.

Sé que esto está mal, sé que debería alejarme ahora mismo, sé que solo estoy haciendo las cosas más difíciles para mi propio estado mental, pero no puedo alejarme, no puedo detener a esos dedos que recorren las líneas de mi rostro con tanta suavidad como si temiese romperme. ´

«Es el hombre que amo, el único al que he amado».

No hay forma de que mi cuerpo reaccione a lo que mi mente ordena, mi fuerza de voluntad se ve reducida a nada cuando de él se trata.

—Por qué nos hacen esto… —susurra, y no puedo pasar por alto que suena torturado—. No es justo.

Su rostro permanece tan cerca del mío que puedo sentir su nariz rozando la mía, al tiempo que sus manos acunan mi rostro con firmeza.

—Nos arruinaste —murmullo.

—Mírame —pide, pero niego con un movimiento de cabeza—, por favor, preciosa, mírame —suplica y no me queda más que abrir los ojos y encontrar ese iris verde frente a mí—. No soy culpable del robo, te juro que no fui yo —su voz es firme y segura, pero es un Adanson y no puedo creer—. Cúlpame de todo lo que quieras, pero no de usar esas noches para saquear tus cuentas bancarias.

Me alejo un poco de su cercanía, necesitando espacio para pensar con claridad. No puedo seguir cerca, no puedo dejar que lo que siento por él me haga creer sus mentiras. No dejare que el poder que tiene sobre mi cuerpo y emociones me haga seguir cometiendo los mismos errores que me tienen metida en tantos problemas. 

—Ya dijiste lo que querías, ahora sal de mi coche —le exijo.

No refuta mis palabras, solo baja la mirada y termina por hacer lo que pido. No puedo evitar mirar a través del retrovisor como camina hasta que ingresa al local de su hermano, pero yo no hago el intento por irme, ni siquiera puedo encender el motor, solo me quedo ahí, viendo a la nada en busca de respuestas que no puedo obtener.

Enfrentando a La BestiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora