CAPÍTULO 39

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Desde el baño escucho como mi móvil suena sin parar, pero sé de donde vienen todas esas llamadas, así que hago caso omiso y termino de ducharme con toda la calma que soy capaz de conseguir en este momento. Entro al vestidor y me pongo la ropa más cómoda que encuentro ya que no tengo planes de salir de la casa en todo el día.

—Me quieres explicar ¿qué demonios es esto? —mi madre irrumpe en mi habitación y lanza la tableta sobre el tocador, no me molesto en tomarla, ya sé de que se trata—. ¿Por qué hiciste esta locura? —puedo percibir la molestia en el tono de su voz.

Sigo cepillando mi cabello y la veo a través del espejo que permanece con los brazos cruzados a la altura de su pecho a la espera de una respuesta de mi parte, «¡Anda, Haley, dile que por estúpida!» así que solo puedo dejar escapar un suspiro de cansancio, más mental que físico.

—Madre, te lo dije —le recuerdo—, voy a casarme dentro de un mes y medio.

¿Qué si estoy segura? Obvio no, pero no tengo más opciones, así que voy a hacerlo.

—¡Es una estupidez! —bufa—. Ni siquiera quieres a ese chico —obvia, y tiene toda la razón, pero la gente no solo se casa porque quiera a alguien, esto es más un matrimonio por conveniencia, cosa que ella ya conoce de primera mano—. No voy a apoyar esta locura, Haley, así que ponle un alto a todo esto —exige con severidad.

—Demasiado tarde, madre —declaro y volteo para verla de frente—. Voy a casarme y no hay marcha atrás.

La decisión parece demasiado apresurada para ella y quizá para todos, pero para mí es la decisión correcta, la más sabía hasta el momento. No voy a parar esto, no me conviene y no puedo hacerlo. Está claro que no contare con el apoyo de mi madre, pero no lo necesito.  Voy a hacerlo con o sin ella.

Tomé el desayuno en la habitación, no me apetecía ver a nadie y menos escuchar a mi madre quejarse en la mesa por algo que ya no podemos cambiar. Estoy tomando las riendas de mi vida y quiero que esta vez me dejen hacerlo a mi manera. 

Lleno la copa de vino una vez más y la llevo a mi boca dando un gran sorbo. El líquido que pasa por mi garganta se ha vuelto tan familiar y sutil que parece que estoy tomando agua y el reloj a penas marca las nueve de la mañana.

Desde el balcón de mi habitación puedo ver como los grandes jardines de la mansión reciben mantenimiento «Vas a casarte ahí, Haley» pensé. La combinación de palabras hace que suene irreal, la palabra boda y mi nombre en una sola oración siguen sin combinar, al menos para mí, pero es una realidad a la que deberé acostumbrarme.

—Haley… —escucho que me llaman desde la habitación, así que volteo y a través de las cortinas puedo ver la figura de Alyson que se acerca al balcón, pero no me muevo de mi lugar, la dejo que llegue hasta mí—. ¿Se puede saber por qué no tomas mis llamadas? —se queja una vez que traspasa las blancas cortinas de seda—. ¡Joder, mujer! Todo allá afuera está que arde y tú aquí tomando una copa —me encojo de hombros sin saber qué más puedo hacer —¿No vas a decir nada? —increpa.

—¿Qué quieres que diga? —pregunto a cambio—. Creo que en la entrevista lo he dicho todo.

Ni siquiera me he tomado un momento para leer el anuncio, anoche antes de caer dormida solo leí el mensaje que Oliver me envió asegurándome que todo estaba listo para hoy. Después de eso no quise saber más y hasta el momento sigo sin tomar mi móvil.

—Podrías empezar por decirme que es una maldita broma —chilla—. ¡¿Santiago y tú?! Vamos, Haley, no puede ser cierto —me mira incrédula, pero cuando se da cuenta de mi seriedad su gesto cambia a absoluta confusión—. ¿De verdad vas a casarte? —asiento—. ¿Por qué?

Enfrentando a La BestiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora