CAPÍTULO 18

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Me levanto de mi silla y camino hasta él, entonces, sin decir nada lo abrazo. Me permito abrazar a unos de los hombres más importantes para mí y hacerle ver que por muy molesto que este conmigo yo siempre voy a querer abrazarlo y aclarar las cosas.

—Sé que estas molesto —digo— y lo entiendo. Seguro mis papás fueron unos groseros contigo por lo que ocurrió.

Él no corresponde a mi abrazo y eso me duele, pues no solemos pelear y menos estar molesto por más de un par de horas.

—Ni quiera me importa lo que hayan dicho —responde y me toma de los hombros para separarme un poco de su cuerpo, ya que me le he pegado como una lapa—. Estoy molesto conmigo mismo porque debí cuidarte más en el estado en que estabas y así evitar el escándalo.

Entonces lo entiendo todo, él no está molesto conmigo, esta avergonzado y se siente culpable por lo ocurrido. ¡Joder! soy una estúpida. Cómo pude siquiera pensar que él podría molestarse tanto conmigo —aunque tiene motivos para estarlo—, cuando jamás lo ha hecho, al contrario, siempre ha hecho todo por mí.

—¡Ey! No digas eso. La culpa es mía, yo fui la imprudente —aseguro—. Además, no es tu responsabilidad lidiar conmigo, no soy una niña.

—Para el tío sigues siendo una niña a la que hay que cuidar y me dio la responsabilidad a mí ese día y no lo hice bien —suena molesto—. Ese desconocido pudo haberte hecho algo y entonces jamás me lo hubiese perdonado.

Cuando las palabras abandonan su boca me atrae a sus brazos y me apega a su cuerpo con desesperación, como si aquello le diera la certeza de que estoy bien, con él y a salvo. Por mi maldita culpa él se siente mal, por mi imprudencia recibió la ira de mi padre.

—Cuando las fotos han sido publicadas temí lo peor. No sabía qué hacer, pensé que los mensajes no los habías enviado tú y no pude hacer otra cosa que llamar al tío y saber si había forma de rastrear tu móvil —aquello confirma lo que ya sabía, él llego al apartamento de Aaron porque papá le dio los datos—. Envejecí diez años cuando no me atendías el puto teléfono. Te juro que cuando el personal me dio los datos de tu ubicación sentí que no podía esperar un momento más y fui en tu busca.

Si había alguien que se preocupara por mí además de mis padres, era él. Aun cuando estaba lejos siempre me escribía para saber si estaba bien, si necesitaba algo o simplemente para saber si había comido. Así que estoy segura que debió sufrir muchísimo al ver las fotografías en los medios.

—No volverá a pasar —prometo—. Y él no era un desconocido, al menos no para mí. Puedo estar borracha, pero jamás me iría por mi propio pie con un desconocido.

—¿Lo conoces? —pregunta no dando crédito a mis palabras.

—Sí, lo conozco —musito—. Llevamos un tiempo viéndonos.

Se aparta de mí, alejándome de su cuerpo y me mira con el entrecejo contraído.

—Entonces, si tienes una relación con ese tipo, ¿Por qué has dejado que Santiago dijera esa mentira a los medios? —increpa con confusión en su rostro.

Confío en Matt, pero no puedo confesarle la verdad al respecto de mi relación con Aaron. Nadie puede saber quién es él porque no lo aceptarían, lo sé.

—Porque no es nada serio, todavía —digo, no entrando en detalles—. Solo nos estamos conociendo y...

—No me gusta —me interrumpe—. El tipo no parece ser alguien decente y estoy convencido de que no es alguien digno para ti y mucho menos está a la altura de la familia.

Enfrentando a La BestiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora