CAPÍTULO 4

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Pensé mucho en si acudir a la cita propuesta por Aaron, pero después de tanto meditar llegue a la conclusión que esta puede ser la forma de agradecerle todo lo que hizo por mí. Así que ahora mismo conduzco hasta el restaurante que me ha indicado.

Dejo el coche en el aparcamiento y me encamino al interior del local, una vez que llego pregunto por la reservación a nombre de Aaron y de inmediato me conduce hasta una mesa apartada del resto de los demás comensales. Él se percata de que me acerco y se pone de pie como todo un caballero, al tiempo que una sonrisa ladeada se dibuja en su perfecto rostro.

—Bienvenida, hermosa —dice y de inmediato retira la silla para mí—. Espero el lugar sea de su agrado. No conozco sus preferencias gastronómicas así que me tome el atrevimiento de escoger el lugar.

—Está perfecto —musito—. No tengo problema con variar un poco, ya que por lo general acostumbro a degustar de la gastronomía francesa.

Él sonríe complacido a mi respuesta y sirve un poco de vino en las copas

—Es bueno saberlo, para la próxima ya tengo un dato importante —dice. Y no puedo pasar desapercibido que ha asumido que habrá un próximo encuentro. Pero no respondo, me limito a regalarle una cálida sonrisa.

El mesero llega para tomar nuestra orden, así que tomo la carta y ordeno lo que comeré, Aaron también lo hace y el mesero se retira con nuestra orden.

—Y bien, señorita Haley, ¿Cómo sintió el coche?

—Parece que su aseguradora ha hecho buen trabajo —respondo—. Lo he sentido como nuevo mientras conducía hasta aquí. Sin embargo, debo recordarle que la factura no me ha llegado.

—Estupendo. No quiero que vuelvas a quedarte varada en la carretera y no estar cerca para ayudarte —dice con una leve sonrisa—. Y en cuanto a la factura, no es necesario, me siento recompensando con que hayas aceptado mi invitación a cenar.

—No, no creo que eso vuelva a ocurrir —digo, y realmente espero que no ocurra nunca más—. Agradezco que me hayas ayudado, realmente no sabía qué hacer. Llegaste justo a tiempo a rescatar a esta chica en apuros —musito en voz baja y él asiente—. Acepte porque creo que estoy en deuda contigo, es lo menos que puedo hacer —sonríe ante mis palabras

¡Sonrie como los dioses! canturrea esa vocecilla intrusa en mi cabeza

Entonces, me permito recorrerlo con la mirada. Viste una camisa formal de color negro ajustada a su musculoso cuerpo, lleva los dos primeros botones sueltos, un pantalón de mezclilla color azul, su cabello lacio cae hacia un lado de forma rebelde y eso lo hace lucir joven y relajado.

La comida es servida y realmente huele delicioso, no cabe duda que el restaurante es realmente bueno. Había escuchado de él, pero no lo había visitado antes. Escuche que se encuentra entre uno de los mejores de la ciudad, sin mencionar que cuenta con tres estrellas Michelin.

—¿A qué te dedicas, Haley? —pregunta después de un momento

—Trabajo como auxiliar de un arquitecto en una empresa constructora —miento.

No puedo ir por la vida contándolo todo de mi vida a un extraño. Aunque bueno, él me metió a su casa sin ningún problema.

—¡Interesante! —dice con una leve sonrisa—. Así que eres arquitecta, ¿no? —dice en un tono que me resulta indescifrable. Asiento—. ¿Hace cuánto egresaste? —pregunta con notable curiosidad—. Y no me lo tomes a mal, pero te ves realmente joven para ser una arquitecta y ya estar laborando.

—Acabo de recibirme de la carrera hace unos meses —respondo—. Empecé a trabajar esta semana —le aclaro.

—Vaya, me dejas sorprendido —dice—. Significa que eres realmente buena para ya ser parte de una compañía.

Enfrentando a La BestiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora