CAPÍTULO 40

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Debía ser un mal chiste. Que él estuviese en el jet solo podía significar una más de sus estrategias para joderlo todo, ¿viaje de negocios? Aja, sí y yo soy la reina Isabel. Pero está demasiado equivocado si piensa que le dejare meter sus narices en alguna de las sedes.

—No iras a ningún lugar y menos conmigo —refuto, convencida. Tendría que estar loca para permitirle algo como esto—. Baja ahora mismo de aquí -apunto con mi dedo a la salida y le miro de forma severa.

No se mueve, permanece sentado en el mismo lugar y solo niega con su cabeza y las comisuras de sus labios se alzan un poco.

&Preciosa, no te mal gastes —sonríe como si fuésemos dos amigos discutiendo por una bobería—. Tengo aquí mi agenda de trabajo para los días que estaré en Londres —levanta el cuadernillo de cubierta color café—, con eso de que tu prometido esta de incapacidad -puedo percibir la burla en el tono de su voz—. Además, aquí tengo la firma de la directiva para suplantar al vicepresidente de la compañía en este viaje —extiende una carpeta y Alexandra la toma, lee lo que hay dentro y hace un asentimiento de cabeza en señal de que el Dios griego dice la verdad —¿Lo ves? Son solo negocios —me guiña un ojo y solo puedo maldecir en voz baja.

Tome mi lugar y Alexandra el suyo, de nada me serviría echarlo del jet cuando tenía a toda la directiva de su lado y eso solo me traería más problemas en la compañía. No me queda de otra que tratar de mantener la calma durante las largas horas que duraría el vuelo, no puede pasar nada entre nosotros aquí, ¿no? Me dedicaría a dormir cuanto me fuese posible para no tener que verle ni un momento.

Revisé mi correo y envié una queja a la directiva por no notificar de que Aaron sería el que viajaría en lugar de Santiago, pero también reprendí a Oliver por no habérmelo dicho y de ese modo buscar una alternativa y evitar viajar juntos. ¡Joder!, es que tenerlo cerca no es tan fácil y menos deseándolo tanto.

Aun cuando mi vista permanece sobre los informes de la sede de Madrid, puedo percibir su intensa mirada sobre mí y empiezo a sentirme perturbada. Las emociones que trato de mantener bajo control podrían dispararse en cualquier momento y eso no puede significar nada bueno.

Cerré la computadora molesta por no poder concentrarme en la lectura, mi mente no dejaba de pensar en esos hermosos y cautivantes ojos verdes que me tienen vuelta loca. Su aroma se sentía en todo el jet o yo definitivamente tengo su olor impregnado en mi ser. El aire del jet no bastaba porque empezaba a sentir un calor inmenso.

—Pide que bajen la temperatura, hace mucho calor —le digo a Alexandra que no demora en moverse y hacer lo que le he pedido.

—Me han dicho que esta lo más frio que es posible —informa mientras toma su lugar.

¡Maldición, Haley, tienes que calmarte!

Me levanto y voy hasta el cubículo del baño, una vez frente al espejo veo mi rostro un poco ruborizado, así que abro el grifo del agua y llevo mis manos mojadas hasta mi cara, repito el proceso varias veces tratando de calmarme y parece una tarea imposible.

—Eso no funcionara, preciosa —susurra en mi odio, siento que me paralizo y un escalofrío recorre mi espina dorsal—. Me necesitas.

Lentamente me alzo y a través del espejo puedo ver el rostro de Aaron. Desde atrás empieza a quitar el cabello que se adhiere a mi piel por la humedad y su contacto hace que me estremezca. Me giro para verle de frente y cuando lo hago termina de colocar algunos mechones detrás de mi oreja sin dejar de mirarme.

¿Lo necesitaba? La respuesta era sí, definitivamente necesitaba de esas manos que ahora mismo acunan mi rostro con firmeza, de ese aroma que emana su cuerpo, de su cercanía, de su mirada oscura. Necesitaba todo de él, pero me negaba a reconocerlo.

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⏰ Última actualización: Oct 26 ⏰

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