CAPÍTULO 13

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Terminé accediendo a la salida con Aaron, al principio creí que iríamos a otra de sus carreras, pero el camino por el que conduce no se parece en nada al que me llevo en esa ocasión,. así que he descartado esa posibilidad.

—¿Hacia dónde vamos? —pregunto al ver que estamos alejándonos de la ciudad

—¿Siempre eres así de arruina sorpresas? —pregunta modo de reproche

—Y tú, ¿siempre eres así de misterioso? —pregunto de vuelta y una sonora carcajada sale de su garganta.

Su risa es tan contagiosa que termino acompañándolo y disfrutando de esa risa varonil y melodiosa a la vez.

—Tranquila, llegaremos pronto y sabrás a donde te llevo —dice, cuando ha dejado de reír.

Asiento, no muy convencida, pues sigo sin confiar del todo en él.

Enciendo la radio y Can't Help Falling In Love suena a todo volumen, así que lo apago de inmediato.

—¿No te gusta? —pregunta

—¿Qué cosa? —me hago la desentendida

—La canción —explica

—No —respondo, sin más.

Pero el problema no ha sido la canción, el problema no es que sea esa canción. El problema es que ese tipo de música la escucho cuando estoy sola, cuando no hay nadie más con quien compartirla, cuando puedo sentirla solo mía.

Él a cambio no dice nada más, se limita a conducir y a darme una que otra mirada de soslayo.

Después de unos minutos en carretera nos adentramos a una calle en la puedo ver carteles luminosos que citan el nombre de pequeños restaurantes de comidas rápidas y tradicionales de países latinos. Así que ahora me encuentro más confundida que al principio.

Estaciona el coche a un lado de la avenida y baja, pero yo no lo imito. Así que él llega del lado del copiloto y abre la puerta para que pueda bajar y lentamente lo hago.

—¿Qué hacemos aquí? —pregunto, con confusión

—¿Qué no es obvio? —pregunta a cambio, a lo cual niego—. Voy a invitarte a cenar —responde como si fuera obvio y siento que ha enloquecido

—¿Aquí? —inquiero mirando a mi alrededor, algo alarmada por la pinta que tiene todo en este lugar.

—Sí, aquí —responde con determinación

—Es una broma, ¿cierto? —la sola idea de que este hablando enserio me aterra.

—No es una broma, Haley —responde—. Supongo que nunca antes habías venido por aquí, pero te aseguro que se come muy rico.

Aaron luce totalmente tranquilo, como si visitar estos lugares fuera parte de su diario vivir. Hay cierta emoción en su rostro que denota que de verdad quiere comer en aquí.

—No me lo tomes a mal, pero no pienso probar nada que sirvan en estos lugares —me niego—. Pide lo que quieras, pero vámonos de aquí

—No vine para pedir algo para mí, te traje para que seas tú la que pruebe algo —dice, me toma de la mano y empieza a caminar conmigo.

No me resisto, no voy a empezar un escándalo en la calle, pero estoy segura que no voy a ingerir nada que ponga en riesgo mi salud.

Entramos a un restaurante de comida mexicana en la que huele mucho a chiles y cerveza y eso solo hace que mi estómago se contraiga un poco. La comida en este tipo de lugares suele ser grasosa y poco saludable. Razón por la que muchas personas enferman y mueren por problemas del corazón.

Enfrentando a La BestiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora