CAPÍTULO 25

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Una inestabilidad me embarga de pies a cabeza, pero finalmente me incorporo sobre el mullido sillón de mi oficina, a mi lado se encuentra Matt y frente a ambos esta Oliver y Santiago.

—¿Cómo te sientes? —pregunta Matt, al tiempo que enmarca mi rostro entre sus manos.

—No lo sé, tal vez hubiese sido mejor morir —murmuro.

—No digas bobadas —reprende—. Vamos a solucionar esto, vamos a hacerlo juntos.

—No lo entiendes —digo exasperada—. Acabo de joderlo todo.

La realidad me golpea de lleno. La estupidez que cometí está pasándome una factura demasiado alta. No puedo creer que esté pasando esto, parece irreal que ahora mismo ese maldito hombre me tenga en sus manos y por mi propia cabeza. Me le entregue en bandeja de plata y sin pensar.

Mi padre tenía razón, siempre la ha tenido. No debí hacer lo que hice y menos sin su respaldo. Ahora no sé con qué cara me presentare frente a él para decirle que su eterno rival está en nuestra compañía y por mi culpa.

El puesto me quedo grande, esa es la verdad. No estoy lista para esto, quizá nunca sea tan buena como creí.

—Mi tío ya viene en camino —informa— y Harris está trabajando con el equipo de abogados para ver qué alternativas tenemos.

—Esto es mi culpa —musito—. Mi estúpida decisión nos tiene en este problema.

Lágrimas silenciosas surcan mis mejillas, lágrimas cargadas de impotencia, de culpabilidad y vergüenza. No pensé las cosas, no quise escuchar a todos los que me advirtieron que podía ser un error y lo fue, fue el peor error de mi vida.

«¡Joder!, acabo de darle al enemigo todo el patrimonio de mi familia».

No sé qué le diré a mi padre cuando lo vea, pero estoy consciente que esta vez no tengo como defenderme de su reprimenda, no hay justificación que valga en este caso. Tantos años de estudio y preparación no han servido para nada, a la menor oportunidad lo arruine todo.

Matt se unió al trabajo con Harris y con el resto de abogados, la compañía ya estaba prácticamente vacía, solo la directiva, un par de asistentes y el personal de limpieza permanecían en el edificio. Pero yo me quede en mi oficina mientras todos estaban en la sala de juntas tratando de resolver el problema que yo misma ocasione. No tengo el coraje para ir a enfrentarme a ellos.

—Señorita, su padre ha llegado —informa desde la puerta.

—Gracias, Oliver.

Saber que padre ya está aquí solo hace que me sienta más avergonzada y hundida. Ahora si lo he decepcionado de la peor forma.

—Me dejaste una carga muy pesada, Eliot —mascullo y termino de beber el contenido del vaso que sostengo entre mis manos.

Ya perdí la cuenta de cuantos vasos de whisky llevo, pero deben ser los suficientes porque mi cuerpo está más liviano, sin embargo, mi cerebro no se ha adormecido ni un poco, sigo tan o más lucida que cuando recibí la maldita noticia.

Tomo mi móvil y veo que tengo mensajes y llamadas de Aaron y recuerdo que tenía una salida con él y ni siquiera le avise que no podía salir. Así que aprovecho para decirle que le buscare después ya que surgió un problema. No espero que conteste, solo apago el aparato y lo dejo sobre el escritorio.

Los nervios me carcomen, padre no ha venido a verme y llego hace poco más de una hora, supongo que se ha quedado en la sala de juntas con los abogados buscando una solución y no venir a perder el tiempo discutiendo conmigo.

Enfrentando a La BestiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora