CAPÍTULO 23

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No desee esto; nunca fue mi sueño ser la sucesora de mi padre, tampoco quería ser arquitecta, no deseaba estudiar economía, no me importaba el negocio familiar, su historia y nada que tuviera que ver con ello, pero no tuve elección. El hombre que ahora mismo lamenta que sea yo quien está al mando de su trabajo fue el mismo que me obligo a prepararme para esto, que me hizo renunciar a mis sueños porque debía cumplir con mi deber como hija, como única hija, como heredera. Sin embargo, sé que muy dentro de él nunca lo deseo, pero que guardaba la esperanza de prepararme lo suficiente como para no decepcionarlo.

Y no, no es que yo lo decepcione, su problema es que el siempre visualizo a un hijo varón que seguiría sus pasos y la vida se encargó de cambiar sus planes. Le arrebato a su hijo, ese que nació diez minutos antes que yo, ese al que llamo su primogénito, ese al que idealizo al mando de Grupo Cranston, ese al que aun siendo un bebé ya veía como líder.

Eliot Cranston murió siendo un niño de dos años, murió sin siquiera saber nada de esta vida, sin conocer los planes de nuestro padre, sin saber que ya le habían puesto una inmensa carga sobre sus hombros sin siquiera haber nacido. Quizá la vida solo lo libero de todo este caos, quizá aquella piscina lo protegió de un padre severo y de seguir el camino que ya le habían marcado.

Por desgracia, el día de su muerte no solo perdí a mi hermano, también perdí mis alas para volar y fui encadenada a unos planes que no son míos, a una vida que no elegí, pero a la que tampoco podía negarme. Mi familia tuvo un antes y un después de la muerte de Eliot.

—Hija, yo no quise decir...

—Lo dijiste, una vez más, padre —reprocho—. Y lo haces porque lo sientes y no te culpo, pero yo no elegí esto, no quise seguir tus pasos, me obligaste, ¿recuerdas? ¿para qué lo hiciste si luego te ibas a arrepentir? —cuestiono, al tiempo que una lágrima resbala por mi mejilla—. No soy Eliot, nunca quise serlo.

Me doy media vuelta y salgo por la amplia puerta de cristal, cuando lo hago avanzo a paso decido hasta que llego a mi oficina donde una María me espera impaciente, pero no le digo nada, solo tomo mi cartera y me encamino a la salida, mientras la escucho llamarme con preocupación y desespero.

El personal de seguridad me sigue tan pronto me ven salir del ascensor, así que voy hasta el aparcamiento y me subo al coche que rápidamente se pone en marcha.

—Vamos al hotel a recoger mis cosas —les informo—. Llamen al piloto que tenga listo el Jet para partir en media hora.

He vivido toda mi vida bajo esa nube gris, esa de la que nunca voy a liberarme. Eliot, Eliot, Eliot, él hubiese hecho esto, él hubiese hecho aquello, él esto, él lo otro. Todo, todo lo hubiese hecho mejor, pero ¿Qué creen? No lo sabemos, porque no vivió para probar que es mejor que yo, para probar que él no cometería errores, para saber que él si seguiría gustoso el camino que padre le marcara. Por desgracia, no podemos saber que hubiese hecho un muerto, pero mi padre no entiende eso y yo estoy demasiado cansada como para seguir explicándole algo que se niega a entender.

Lágrimas de coraje, de frustración, de impotencia, de dolor, de desesperación, quizá hasta de odio surcan mis mejillas sin que pueda evitarlo. La sensación de opresión hace que mi pecho duela, que respirar sea un arduo trabajo y que solo tenga ganas de volver al pasado, de ser yo la que gateara hasta esa piscina, de ser yo la que se aventara por ese juguete, de ser yo la que hubiese muerto ahogada en aquella agua tan fría de invierno.

Quizá ahora mi padre sería más feliz de tener un hijo varón, quizá yo no le hubiese hecho tanta falta como le hace Eliot. Pero no puedo cambiar el pasado, no puedo hacer nada.

Con premura recogí mis pertenencias de la habitación de hotel, pague la cuenta y me marche sin saber que debía hacer después de esto. Solo tengo claro que no quiero recibir las miradas de lastima de mi madre, ni escuchar sus disculpas por sentirse culpable de no cuidar a mi hermano. Tampoco quiero ver como el odio de Alyson hacia mi padre se incrementa con cada cosa nueva que me hace o mejor dicho con la misma de siempre.

Enfrentando a La BestiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora