Capítulo 38

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Fernando tenía a Sarah sobre sus rodillas, luego de haberse dado un baño juntos. El poema lo había animado a sumarse a su ducha. Nada como sus besos y el agua caliente para relajarlo. Ahora ella estaba vestida solo por el albornoz del hotel, y su cabello húmedo reposaba en el hombro desnudo de Fern.

—Dentro de poco debo irme —le dijo él—. Quedé con Vivi en pasar a las siete a recoger a Pilar.

—Está bien, me secaré el cabello y los estaré esperando para la cena. Tal vez ya la niña haya comido con Vivi, no sé...

—Puede ser, todo es posible.

Fernando se puso de pie para vestirse cuando el teléfono sonó: era Viviana. Tomó la llamada algo receloso, y se sintió incómodo cuándo descubrió de qué se trataba: Viviana llamaba para decir que Pilar se quedaría a dormir. Él no podía negarse, era su madre, pero aquello le preocupaba. Aunque Vivi y él tuvieran un acuerdo sobre la custodia, aquel acercamiento precipitado tal vez no fuera bueno. Sin embargo, se sentía egoísta de entorpecerlo, así que no se negó.

—Me sorprende —dijo al fin—, pues Pilar está muy apegada a mí y se duerme siempre conmigo, pero si ella está de acuerdo no hay problema. La niña necesitará ropa para dormir. ¿Tienes? Bien, si has comprado ropa entonces no hay ninguna dificultad. ¿Me pones a Pilar al teléfono para desearle buenas noches?

Vivi así lo hizo. Fernando le preguntó a su hija qué habían hecho, y según le contó habían visto una película juntas con palomitas, luego jugaron con el perro de Vivi y cenaron. Pilar le ratificó que quería quedarse y Fernando accedió.

—Lo siento —Sarah se acercó a él y le acarició la cabeza—, imagino que no es fácil para ti y te comprendo.

—Todo lo que tiene que ver con Vivi me alarma. Entiendo que está en su derecho, pero me preocupa Pilar.

—Todo estará bien, Fern —Sarah le dio un beso en la mejilla—. Pronto estaremos de regreso en Castellón y quién sabe, tal vez este año el asunto de la custodia ya sea un hecho.

—Eso espero, mi amor.

—Voy a pedir la cena, ¿qué te parece si vemos una película también?

—Me parece estupendo.

Un rato después, yacían abrazados en la cama viendo una película española del año 69, La vida sigue igual, que trataba de los primeros años en la vida de Julio Iglesias, cuando pasó de ser un jugador de fútbol a un cantante. A ambos le gustaba mucho, ya que tanto la abuela Esperanza como Antonia y Alberto solían ponerla cuando eran niños.

A media noche ya estaban profundamente dormidos cuando una llamada los despertó. Fernando no atinaba a tomar el teléfono, pero cuando vio el nombre en la pantalla se tensó, era Vivi.

—¿Qué sucedió?

Fernando escuchó lo que la rubia tenía que decirle y se levantó de la cama.

—En cinco minutos estaré abajo.

—¿Qué pasó? —Sarah estaba angustiada.

—Era Vivi, trae a Pilar para acá pues está llorando y no puede dormir.

—¡Pobrecita! —exclamó Sarah.

—No está acostumbrada a esa casa ni a su madre, nos echa de menos. Me temía que algo así pudiera suceder —Fernando se cambió rápidamente de ropa.

—¿Vivi va a conducir a esta hora?

—Dice que viene con su chofer. Pilar no tenía que haberse quedado con ella, pero no quise ser intransigente y cedí. ¡No me agrada en lo más mínimo que haya pasado por esto!

La chica del poema ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora