Unos días después
Sarah no podía quejarse de su vida: las cosas con Fern estaban genial; Pilar y ella tenían una excelente relación y se había adaptado bastante rápido al trabajo. Lo mejor de todo era que a su amiga Elisa también la habían contratado, y reencontrarse después de tanto tiempo las hacía recordar los maravillosos años de la preparatoria y el primero de la Universidad.
A Elisa la habían contratado para el área de Derecho Sucesorio, en la cual tenía experiencia. Sarah, en cambio, llenaba sus días con pleitos de divorcio, guardia y cuidado, pensión alimenticia, reconocimiento de filiación, entre otros asuntos interesantes que llegaban al bufete. Los primeros días estuvo leyendo expedientes y ambientándose un poco en los casos del lugar, luego asumió su primer caso de divorcio, en el que había acuerdo de los cónyuges, por lo que representó a las dos partes y elaboró el convenio.
Aquella tarde, casi al finalizar el trabajo, Elisa se acercó a su oficina para invitarla a tomar un café. Sarah dudó por un instante pues no le había dicho nada a Fern, pero finalmente aceptó, era algo que se debían después de mucho tiempo.
—Está bien, amiga, voy a llamar a Fern para decirle que demoraré un poco en llegar. ¡También tengo muchos deseos de conversar contigo!
Elisa asintió, y le explicó que aguardaría por ella en la cafetería de enfrente. Sarah hizo la llamada y Fern le dijo que no había problema, que el iría a recoger a Pilar en la escuela. Sarah terminó de redactar un e-mail de trabajo y luego salió de la oficina.
—He pedido dos capuchinos —le dijo Elisa cuando llegó.
—¡Gracias! Eso me recuerda mi año trabajando en la Café Periplo. No he vuelto a ir, ¿estará Paty todavía allí?
—Paty se casó el año pasado y está embarazada —le contó Elisa—. Su padre ha seguido con el café pero ella estuvo trabajando en publicidad.
—¡Qué bien! ¡Tendré que hacerle una visita pronto!
—Me alegro mucho que estemos trabajando juntas, Sarah. Lamenté mucho cuando decidiste cambiar de Universidad.
—Yo también, pero no podía continuar aquí... ¡Era demasiado duro! —repuso, recordando aquella época en la que Fern se casó con Vivi y el bebé estaba en camino.
—Lo comprendo y creo que hiciste bien. Alguna vez me topé con Fernando, Vivi y la pequeña. Siempre que lo veía lo notaba triste, agotado... Me alegra saber que ya no es así y que pudo salir adelante con su hija.
—Se adoran, y les ha ido muy bien.
—Y ahora tú formas parte de la vida de ellos —apuntó—, lo cual me hace también muy feliz.
—Sí, lo único que me preocupa es Vivi y el divorcio.
—¿Fernando y ella no se han divorciado? Creí que me habías dicho que llevaban años separados...
—Así es, pero no legalmente —Sarah hizo una pausa cuando les llevaron el café, y luego continuó explicándole—. Fernando no pidió el divorcio temiendo que perdiera la custodia frente a Vivi. Al parecer ahora tienen un acuerdo en el que Fernando se quedará con la custodia completa, pero aún no es nada firme. De hecho, Vivi dijo que vendría a Castellón en septiembre para ese asunto y aún no lo ha hecho.
—Sarah, mi consejo es que resuelvan esta situación cuanto antes, es lo mejor para todos. Fernando tiene muchas posibilidades de lograr la custodia, incluso si existiera litigio. Bueno, tú lo sabes mejor que yo...
—Sí, gracias amiga, pero Fern no quiere presionarla. Teme que de hacerlo Vivi se moleste y pierda lo que hasta ahora tiene. A fin de cuentas, Pilar sigue con él, y eso es lo más importante. Mientras más tiempo pase, el abandono de Vivi es más notorio.
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La chica del poema ✔️
Ficção AdolescenteSarah tiene diecisiete años, trabaja en un café y está a punto de comenzar sus estudios de Derecho en la Universidad de Valencia. Su vida es tranquila, sin grandes sobresaltos, hasta que una tarde se reencuentra con su mejor amigo del colegio, del q...