Transcurrieron quince días, sin apenas noticias de Vivi. La rubia llamó poco a Pilar y con Fernando se comunicó menos aún. Los primeros días Pilar lloraba por la ausencia de su madre, pero al cabo de unos días se volvió a acostumbrar a que ella no estuviera. Fernando intentó hablar con Vivi sobre el convenio regulador, pero ella continuaba dándole largas. Estaba desesperado y pensando en iniciar un proceso contencioso, pero siempre se retractaba por los plazos más largos y el desgaste que un litigio podía conllevar. Él seguía creyendo que llegarían a un acuerdo.
Viviana viajó a Madrid en dos ocasiones durante esos quince días, con lo cual justificaba su ausencia, aunque también disfrutó de las bondades del hotel en Valencia.
Respecto a Sarah, no la había visto mucho tampoco. Su padre había tomado por costumbre llevar a Pilar en las tardes para que se vieran la niña y ella, pero Sarah mantenía la distancia respecto a él, incluso sabiendo que Vivi ya no estaba en su casa. Fernando intentó verla, pero se contuvo. Si ella no daba el primer paso, no se sentía con el derecho de forzar una situación que solo podría resolverse de una única manera: con el divorcio. Debía respetar las condiciones de Sarah, pero cada día se le hacía más difícil.
Esa mañana, en cambio, leyó algo que le dio un poco de esperanza sobre su divorcio. Era una noticia que aparecía en la prensa sobre Vivi y Pacey Smith:
"Paramount ha comprado los derechos del libro La dama española, del escritor francés Henri Maunier. El conocido director Pacey Smith llevará la batuta en la dirección de este filme, que se comenzará a rodar entre España y Francia a comienzos del próximo año. Como protagónicos tendremos a Vivi Muñiz y a Jean Paul Catelin".
Fernando consideró que la noticia era buena: si Viviana seguía adelante con su vida, era probable que en el convenio regulador del divorcio por mutuo acuerdo, aceptara que la custodia fuera exclusiva y a favor de él.
Fernando le deseaba éxitos a Vivi, más aún si eso significaba que finalmente su vida se ordenaría, como debía ser. Estaba tan de buen humor que en modo alguno se esperaba lo que sucedería después. Una hora más tarde, tocaron a la puerta y era un oficial de los juzgados.
—¿Señor Fernando Correa?
—Sí, soy yo —dijo extrañado.
—Hágame el favor y firme aquí —le dijo el joven, tendiéndole un talonario.
—¿Qué es?
—Es la notificación del proceso divorcio interpuesto contra usted por la señora Viviana Muñiz. Queda así apercibido del mismo.
—¿Divorcio? —no entendía nada—. ¿Pero qué es esto?
—Señor, firme por favor. Yo solo entrego la notificación.
Fernando no tuvo más remedio que firmar, pero aquello le parecía muy extraño. Tomó el teléfono de inmediato y llamó a Vivi, para su sorpresa le contestó.
—Me acaban de entregar una notificación de los juzgados, ¿qué es esto, Viviana?
Se hizo un largo silencio en la línea. Ella finalmente le contestó:
—He presentado una demanda para el divorcio, y he solicitado la custodia completa de Pilar.
—¿Pero qué dices? ¿Estás loca? —le gritó al teléfono.
—No creo que insultarme sea lo mejor —respondió ella con calma—. Estoy en mi derecho, Fernando. Voy a casarme con Pacey y quiero a mi hija. No voy a permitir que sigan diciendo que soy una mala madre.
—Entonces haces esto por lo que puedan decir, no porque te importe el bienestar de Pilar, a la que has visto una decena de veces en tres años. ¡Eres una demente, Viviana! ¿Cómo vas a hacerme esto? ¡Teníamos un acuerdo!
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La chica del poema ✔️
Novela JuvenilSarah tiene diecisiete años, trabaja en un café y está a punto de comenzar sus estudios de Derecho en la Universidad de Valencia. Su vida es tranquila, sin grandes sobresaltos, hasta que una tarde se reencuentra con su mejor amigo del colegio, del q...