La familia de Fernando quedó atónita cuando descubrió la presencia de la nueva huésped. Antonia y Alberto eran demasiado educados como para echarla de su casa, pero no les agradaba en lo más mínimo que estuviera allí. Sin embargo, todos hicieron un esfuerzo por el bien de Pilar, quien estaba muy contenta con la llegada de su madre.
Sarah era quien llevaba la peor parte, pues estaba muy incómoda. Hasta el momento Vivi se había comportado de manera muy amable con ella, pero desconfiaba de cada movimiento y paso de la rubia. Supo por Fern de sus intenciones de establecerse en Castellón, y aunque eso fuera bueno para Pilar, había algo que no le cerraba del todo.
—Tienes que tener cuidado —le advirtió—. Dudo mucho que ella esté preocupada por Pilar. Lo siento, pero no le tengo confianza. Estoy convencida de que no habla en serio cuando dice de establecerse aquí y solicitar la custodia compartida.
—Yo también creo que es raro —reconoció Fern—, ¿pero por qué engañarnos?
—Para limpiar su imagen, ganar tiempo respecto al divorcio y utilizar a la niña a su favor. Ahora que se ha descubierto de su existencia, Vivi hará todo lo posible para sacarle provecho a la niña.
Fernando negó con la cabeza.
—Ella sabe que no puede hacer eso —negó con la cabeza—. Pilar no es noticia ni puede valerse de ella para publicidad.
—Espero que tengas razón, Fern, pero esto está muy extraño...
Se interrumpieron cuando sintieron que tocaban a la puerta: era Vivi. Fernando frunció el ceño cuando atendió a la puerta y notó que era ella.
—Hola —sonrió Vivi—, solo tenía curiosidad por conocer esta habitación. He notado que has hecho cambios en la planta alta, pero aquí no había estado antes. ¿Interrumpo?
Fernando no contestó, pero abrió la puerta más ampliamente. Vivi echó una ojeada. Sarah estaba sentada en la cama frente a ella.
—Está muy bonita, pero es más pequeña —hizo notar la rubia—. Nuestra antigua habitación era más amplia y cómoda. ¿Recuerdas que mandaste a comprar una cama imperial para mí? ¡Estaba tan incómoda con el embarazo que necesitaba de mucho espacio! Sé que fue un gasto grande, pero no escatimaste en ello.
—¡Cómo escatimar! Mientras más espacio hubiera entre tú y yo, mejor. Sarah y yo estamos perfectamente bien instalados en nuestra cama, no necesitamos de espacio extra. Ahora, si me disculpas, estábamos ocupados...
—¡Perdón! —dijo Vivi llevándose una mano al corazón—. No lo dije por mal. Solo quería saber qué habías hecho con nuestra cama y si todavía existía, ver la posibilidad de ponerla en la habitación de huéspedes. Sé que quedaría algo más justa, pero es más cómoda.
Fernando estaba a punto de perder la paciencia.
—La cama la doné cuando hice la remodelación de la planta superior. Vas a tener que acostumbrarte a la habitación de huéspedes tal y como está. Si crees que estarás incómoda, eres libre de mudarte a un hotel.
—¡No hay problema! ¡Me quedo aquí! No quisiera hacer grandes gastos ni llamar demasiado la atención... Además, quiero estar cerca de mi hija.
—Estupendo, nos vemos luego —Fernando le cerró la puerta en las narices.
Sarah respiró hondo y se acostó.
—Esto está apenas comenzando, Fern. Prepárate para la artillería pesada. No estoy segura de que pueda soportar esto...
—No digas eso, Sarah. Solo será por unos días. Yo te necesito a mi lado para mantener la calma. Viviana me saca de mis casillas, pero es la madre de Pilar. Por primera vez en mucho tiempo la niña tiene a sus dos padres bajo el mismo techo. Cuando Vivi se marchó era muy pequeña y apenas tiene recuerdos de nuestra convivencia. No quiero que esta estancia de Vivi sea en mitad de una guerra, no me parece justo para Pilar.
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La chica del poema ✔️
JugendliteraturSarah tiene diecisiete años, trabaja en un café y está a punto de comenzar sus estudios de Derecho en la Universidad de Valencia. Su vida es tranquila, sin grandes sobresaltos, hasta que una tarde se reencuentra con su mejor amigo del colegio, del q...