Fernando pagó la cena luego del postre, y salió del bistró con Ruth enroscada a su brazo. Con delicadeza se separó de ella cuando llegaron al coche. Ruth esperaba que encendiera el motor, pero el joven se volteó hacia ella, sin prisas.
—Me dijiste que me declamarías el último de los poemas cuando termináramos la cena y ya la terminamos —le recordó.
––¿Por qué no vamos a casa? Abrimos otra botella de vino y…
––No, Ruth ––le interrumpió con voz cortante––. Quiero escucharte ahora.
Ruth tragó en seco, su plan había salido mal. Cuando estuvo en el baño llamó a Mercy para pedirle ayuda, su mejor amiga intentó dársela, pero terminó pasándole un mensaje diciendo que Sarah la había descubierto y que no había podido acceder a su correo otra vez. A partir de ese momento supo que sus oportunidades con Fernando habían disminuido, salvo que pudiera meterlo a su cama esa noche.
––Hey ––ella le acarició la mejilla––. En casa nos sentiremos mejor… ––intentó besarle el cuello, pero Fernando se apartó.
––Estoy esperando por ti, Ruth.
Ella se aclaró la garganta:
––Entre nosotros una línea existe… ––comenzó.
––¡Ese no! ––le volvió a interrumpir––. Él último que me enviaste…
––No lo recuerdo de memoria, Fernando ––se excusó––, lo improvisé y olvidé cómo empieza…
––¿Olvidaste lo que tú misma escribiste? Muy bien, te digo el comienzo entonces: "Si he de amar a alguien que no seas tú, quiero que al menos a ti se me parezca…". Vamos, continúa.
Los ojos de Ruth se llenaron de lágrimas ante la vergüenza.
––No lo sabes, ¿verdad? ––le increpó él alzando la voz.
Ruth negó con la cabeza.
––¡Ya lo suponía! ¡Has intentado engañarme, joder! ––dio un golpe sobre el volante––. ¿Cómo conocías el primer poema y no los otros? ¿Quién es la persona que me escribe?
––No puedo decirlo… ––susurró.
––Vas a decirlo ahora, Ruth, te estoy esperando…
Ella lo miró por un instante a los ojos, esta vez llena de rabia.
––¡Te vas a la mierda! ––le espetó.
Ruth se bajó del coche y echó a correr hacia la entrada del metro que estaba en la esquina. Él no pudo alcanzarla y tampoco iba a dejar su coche… Se sintió impotente por no haber descubierto la verdadera identidad de la chica de los poemas, pero debía guardar calma y regresar al Colegio Mayor antes del toque de queda.
ESTÁS LEYENDO
La chica del poema ✔️
Novela JuvenilSarah tiene diecisiete años, trabaja en un café y está a punto de comenzar sus estudios de Derecho en la Universidad de Valencia. Su vida es tranquila, sin grandes sobresaltos, hasta que una tarde se reencuentra con su mejor amigo del colegio, del q...