Enséñame a ser tú destino #3 |+18|

Contigo siempre lo estoy.

Capítulo 11:

Aly.

Mi madre no paraba de abrazarme en la puerta de embarque. No había parado de darme abrazos desde que habíamos cruzado la puerta del aeropuerto.

-Mama tengo que irme.

-Lo sé, lo sé- dijo separándose.

Se quedó mirando a Aiden y se fue hacia el.

-Ven aquí, yerno- dijo abrazándolo- cuidaros mucho. Cualquier cosa no dudes en llamar.

-No te preocupes, suegra. Lo tengo todo controlado.

-No volváis a darme un susto igual, eh. Mi corazón no está para tantos micro infartos.

-No seas exagerada- me reí.

De Hugo nos tuvimos que despedir esta mañana temprano, ya que el trabajaba y no podía venir a despedirnos.

-En fin... Me voy, me están esperando en la oficina. Espero veros pronto- mi madre volvió a abrazarme.

-Prometo organizar un viaje pronto- le prometió Aiden.

Entonces vi que mi madre se acercaba al oído de Aiden y le susurró algo que no llegue a oír.

-Gracias, suegra. Espero que diga que si- dijo el riéndose.

¿Que diga que si? ¿Quien? No entiendo nada. Odio que me excluyan de la conversación.

-Anda, iros ya o llegaréis tarde- dijo mi madre.

-Dice la que no nos deja irnos- contesté.

-Avisarme cuando aterricéis.

-Lo hago siempre.

Aiden cogió mi mano y juntos entramos al avión con destino Londres.

Íbamos en primera clase, ya que mi madre y Aiden no quería que fuéramos en turistas y yo por no pelear, accedí.

El vuelo no se me hizo largo por que nos pusimos a ver una peli y por que no es lo mismo viajar sola que acompañada.

Y tampoco es lo mismo en turista que en primera clase, obviamente se viaja más cómodo.

-¿Quieres algo? ¿Agua? ¿Algo para comer?

-Estoy bien- sonreí.

-¿Segura? Podemos pedir cualquier cosa.

-¿Cualquier cosa?- arqueé una ceja.

-No, McDonald's no.

-Fuck.

-Sorry, globo no llega hasta aquí.

-Pues que mal.

El vuelo acabó, y yo no pude comer McDonald's tampoco cuando llegamos a casa. Aiden no quería cenar eso, y yo no quería cenar pizza, así que, pidió chino.

Estábamos cansados del vuelo, pero era témpano para dormir, así que me dedique a deshacer la maleta y guardarlo todo de nuevo o echar a lavar lo sucio.

Metí mi ropa con la suya en el armario y puse mis cosas del baño junto a las suyas. Aún que suyas había pocas, para que mentir.

Mis productos del pelo y de la cara abundaba. Mis planchas y el secador lo metí en el pequeño mueble del baño.

Guardé los zapatos en el zapatero y cogí la ropa sucia para echarla en el cesto de la ropa sucia.

Pero con lo que yo no contaba era con lo que me encontré. La ropa que llevaba en la mano la tire al suelo cabreada y cogí el tanga negro que estaba dentro del cesto.