Ella era mi droga.

10.7K 778 232
                                    

Capítulo 25:

Aiden.

-Así no vamos a acabar nunca.

-Si no fueses tan bruto, a lo mejor ya hubiéramos acabado.

-Sujétalo bien.

-Y tú no le hagas daño.

Dylan empezó a moverse mientras Aly le agarraba su pequeño pie para cortarle las uñas. Era la primera vez que lo hacíamos y no era fácil cortarle las uñas a un bebé.

Por suerte Dylan era más tranquilo que Nora. Con ella fue peor. No paraba de llorar y moverse de un lado a otro. Intentando que le dejásemos tranquila.

-Nora, para- dije perdiendo la paciencia.

-Si, háblale. Como si te entendiera.

La actitud de Aly no me ayudaba. Y estaba empezando a perder la paciencia. La miré serio y se empezó a reír.

-Trae, dame la tijera.

-No. tú sujétala.

Me puse a hacerle caras raras a Nora para que dejase de llorar y funcionó. Se quedó quieta mirándome sonriendo con los ojos llorosos de haber estado llorando.

Al final acabamos de cortarle las uñas sin ningún percance y luego Nora se quedó dormida encima de mi pecho.

Yo me había tumbado en el sofá con ella encima y ella se había quedado dormida poco después.

De vez en cuando hacía pequeños ruidos como unos pequeños suspiros. Señal de que estaba a gusto. También buscaba mi dedo con su pequeña mano para cogerlo. A mi esa sensación me encantaba.

El saber que estuve a punto de perderlos por un accidente... Solo de pensarlo me vuelvo loco.

Aly se sentó en el sofá con Dylan en brazos y me miró sonriendo.

-¿Que?- pregunté.

-Estáis muy monos.

**

Si dijera que no echaba de menos mis días de salida con Sebastian, mentiría. Los echaba de menos, si. Pero no había una sensación más increíble que la de ser padre. Había noches que Aly y yo metíamos a los mellizos en medio de la cama para que durmieran con nosotros, y joder. Eso no tenía precio.

A veces, incluso me quedaba despierto mirando a las tres personas más importante de mi vida. Me quedaba hora tras hora pensando y observando a Aly y a los mellizos de dormir hasta que me quedaba dormido.

Mirarlos, pensar y sonreír. En eso se resumían mis noches. Pensando en lo afortunado que era. Tenía a dos hijos preciosos y a una futura mujer increíble. Y a día de hoy seguía pensando en lo que hubiese sido de mi si ella no hubiera entrado en aquel bar con Amber.

Probablemente seguiría follando con la primera que pasaba. Seguiría solo y saliendo a beber hasta que no me sostuviera en pie. Fumarme cada día un paquete de tabaco y esperar con ansia la noche para salir.

Seguiría perdido. Sin ella. Solo.

Por suerte, ella entró aquella noche en aquel bar. Se sentó frente a mi y cruzó su mirada con la mía. En ese momento, en ese instante; supe que iba a ser mía. Entonces todo giró en torno a ella. Y aquella primera cita me di cuenta de que estaba muy jodido. Por que sin darme cuenta, me había vuelto drogadicto sin ni siquiera probar la droga. Ella era mi droga.

Esa tarde, mirando mientras preparaba ella la cena, sonreí como un tonto. Estaba feliz. Ella era mi felicidad.

-¿Te ayudo?- pregunté abrazándola por la espalda. Apoyé la barbilla en su hombro y le di un beso en la mejilla.

Enséñame a ser tú destino #3 |+18| Donde viven las historias. Descúbrelo ahora