8: Ah...he caído.

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Mo Ting se quedó junto a Liu Xiuyan, observando el agua que caía desde la cascada con una leve sonrisa en sus labios. Había despejado sus deberes para poder estar con Liu Xiuyan durante todo el día, en lo que alguien podría considerar una cita pero que el principito no parecía imaginar como tal. Para él, ésta pequeña escapada solo representaba un breve momento de oportunidad para que conociera mejor a quien actualmente veía como su futura esposa.

Liu Xiuyan, ignorando las intenciones del principito, estaba disfrutando el hermoso paisaje frente a él. Vivió en una gran ciudad casi toda su vida, por lo que no acostumbraba a ver lugares tan llenos de naturaleza. Sus ojos brillaban con la emoción de un niño que viaja lejos del hogar por primera vez, absorbiendo cada detalle tan pronto como sus ojos tomaban la imagen. Estaba tan feliz que no dejaba de sonreír, a pesar de no ser consciente de ello.

Mo Ting tenía una expresión calmada en el rostro mientras observaba al pequeño Liu Xiuyan maravillarse por lugares que él veía con mucha frecuencia. Le fascinó pensar que algo tan común para su vida de príncipe podía llegar a ser completamente increíble en los ojos de un plebeyo que no había visto nada más allá de su hogar y alrededores.

El protagonista soltó un suspiro contento mientras era envuelto por la humedad del ambiente a su alrededor. Disfrutaba ese clima, era muy diferente al calor regular que sentía en su acalorada ciudad de origen. Incluso podría quedarse a dormir en aquel bosque si pasaba mucho tiempo.

De repente Mo Ting se levantó, sacudiendo el polvo inexistente de su túnica y extendió una mano hacia el confundido muchacho que lo veía con una expresión curiosa. Mo Ting disfrutaba ver esa expresión tan linda en el rostro de Liu Xiuyan, aunque no se lo diría.

-¿No quieres nadar?

Liu Xiuyan sintió que su cerebro dejaba de funcionar por un breve segundo, procesando las palabras del principito. Nadar...nadar...nadar...agua, desnudos, frío, soledad. Ésto no parecía bueno para el cobarde Liu Xiuyan que solo quería proteger su virginidad.

-N-No- logró decir Liu Xiuyan después de un rato sin reacción alguna.

-¿Hm? Espero que no te moleste si yo lo hago.

Antes de que pudiera protestar, Liu Xiuyan fue testigo de cómo el principito empezaba a despojarse de su ropa y dejaba a la vista más partes de su cuerpo. Chillando, se cubrió los ojos rápidamente, un sonrojo tiñendo sus mejillas. Sus pobres e inocentes ojos no estaban listos para tal demostración de masculinidad.

Liu Xiuyan nunca se había concentrado demasiado en imaginar el físico de los personajes masculinos dominantes en todos los libros que leía. Siempre los visualizaba con un rostro atractivo, mas no entraba en detalles en cuanto a los rasgos de su cara. Tampoco se había fijado en la complexión, ya que los imaginaba a todos con una figura delgada pero definida como las que veía en los protagonistas de dramas chinos. Pero el principito era...

De algún modo, Liu Xiuyan decidió que era mejor no hacer una comparación que probablemente lo sorprendería a sí mismo luego. Se conformó con reconocer que era un cuerpo muy bien formado.

El principito lucía delgado por todas las capas de ropa que utilizaba, pero en realidad tenía una figura envidiable por cualquier hombre. Su abdomen estaba definido, igual a los idols coreanos que su hermana adoraba tanto. Tenía músculos que resaltaban en cada lugar que uno mirara, además de una ligera capa de sudor que solo hacia resplandecer sus cuerpo. La inexistente heterosexualidad de Liu Xiuyan se hundió en el lodo exactamente en ese momento. Algo que no existía terminó de ser destrozado, todo por el cuerpo perfectamente elaborado de Mo Ting.

Liu Xiuyan habría visto la sonrisa complacida en los labios de Mo Ting si no estuviera concentrando toda su atención en no babear frente al bello espécimen masculino que veía. Cualquiera encontraría ésta tarea demasiado problemática, en especial aquel joven de mente débil y cuerpo aún más débil. No podía evitar sentirse desamparado, como un animal que cae en la trampa del depredador sin darse cuenta.

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