19: Liu Xiuyan y su crisantemo.

235 29 9
                                    

Liu Xiuyan inició el beso ésta vez, con sus manos temblando de nerviosismo a medida que se acercaba al principito. El césped a su alrededor picaba, pero se las arregló para ignorarlo mientras cerraba la distancia entre ambos. Sus labios, suaves y rosados, estuvieron sobre Mo Ting por un par de segundos antes de verse obligado a retroceder por la conocida vergüenza de haber actuado de manera tan impulsiva.

Antes de que se alejara, la mano del principito le sostuvo la nuca y lo jaló de nuevo hacia un beso que ahora era cálido. El ambiente era más cálido que todas las otras veces, y era como si una capa de calor húmedo los cubriera a ambos. Liu Xiuyan sentía su mente atontada, como la de un ebrio. Sus pensamientos no eran claros ni coherentes, tan solo corrían libremente por toda su cabeza sin formar ningún sentido. Todo estaba nublado dentro de él. Lo único que sabía con certeza era que necesitaba más de Mo Ting.

Sin quedarse atrás, Mo Ting empujó a Liu Xiuyan sobre su espalda y continuó besándolo con el fervor más grande de toda su vida. Sus labios se movían de un modo desordenado e inexperto, dientes chocando a cada segundo. A ninguno le importó en lo más mínimo, pues el deseo entre ellos parecía haberse apoderado de su mente, habiendo cortado cualquier racionalidad que les quedara. Liu Xiuyan sintió el césped picarle bajo su cuerpo y lo ignoró de nuevo, consumido por el intercambio de saliva que ahora experimentaba.

Al virgen de dieciocho años le era imposible contenerse cuando sentía algo tan intenso de repente, tras una vida de total abstinencia involuntaria. Él sí tenía deseos en su mundo, mas nunca tuvo la oportunidad verdadera de satisfacerse a sí mismo. Tampoco tuvo un interés amoroso que le correspondiera, dejándolo sin experiencia alguna en los asuntos del amor. Por eso era tan sensible a los toques gentiles de Mo Ting, aunque luego éstos crecieron en intensidad.

Por más aturdido que estuviera, Liu Xiuyan sí sabía algo: su primera vez no sería sobre el césped. Nop, Wei Ying y Lan Zhan pueden hacerlo, él no.

—Espera— murmuró entre besos, poniendo sus manos en los hombros de Mo Ting.

El principito estaba tan concentrado en el beso que no se detuvo incluso cuando Liu Xiuyan le habló. Asustado de que Mo Ting fuera a ignorar todo lo que dijera, Liu Xiuyan usó todas sus fuerzas para alejarlo al menos unos centímetros.

—Espera un segundo— susurró otra vez, mirando el pecho de Mo Ting tímidamente.

—¿Qué pasa? ¿Te lastimé? ¡Lo siento, no era mi intención! ¿Donde te duele?

—N-No es eso…

—¿Qué pasa entonces?

—¿P-Podemos regresar al palacio?— preguntó en un tono bajo. —Hacerlo aquí sería…uh, incómodo.

—¿Hacerlo?— cuestionó un divertido Mo Ting. —Qué mente tan traviesa, Liu Xiuyan. Nunca mencioné nada sobre eso.

—¡Mo Ting!

Liu Xiuyan estaba avergonzado, así que recurrió a su más efectivo método de liberar tensión: sonrojarse y chillar como un infante.

Mo Ting acabó con su martirio, ayudando al protagonista a ponerse de pie tras sacudir todas las hojas y tierra que se habían adherido a su ropa durante aquel momento de distracción. Liu Xiuyan estaba ligeramente molesto, pero aquello desapareció cuando Mo Ting le sostuvo la cintura del mismo modo gentil que era su costumbre. Emprendieron el camino de regreso al palacio después de unos minutos en los que solo intercambiaron miradas llenas de sentimiento. El calor de su beso seguía presente, aunque en un grado menor.

Liu Xiuyan reconoció el camino de regreso y se sorprendió al ver un rostro conocido entre la multitud que se reunía en la capital. Shen Lian le miró, enviándole una sonrisas amable. Era como si estuviera al tanto de lo que su hijo y Liu Xiuyan estaban por hacer.

¡Transmigré a mi novela favorita!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora