25: Esas cosas raras.

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Si te sorprende saber que la resolución del protagonista no duró mucho, entonces no has prestado suficiente atención a la historia que estoy contando. De ser así, por favor presta atención.

Liu Xiuyan tardó aproximadamente tres horas en decidir que sí, sí podía hacer lo que Mo Ting quería que hiciera. Antes de que empiecen a pensar que el protagonista es manipulado por Mo Ting, es obvio que no es así. Liu Xiuyan lo pensó y consideró mucho antes de decidir que podía hacerlo, aunque era un poco vergonzoso. Pero él también tenía deseos que le avergonzaban a pesar de todo.

A decir verdad, Liu Xiuyan no era tan inocente como sus reacciones indicaban. Él había leído más novelas BL de las que pudiera contar, y con ello había imaginado miles de situaciones vergonzosas que eran descritas a detalle por los autores. Eso le daba un muy amplio repertorio de posible fetiches y fantasías sexuales que experimentar. Aunque por su actitud antisocial, no había tenido ninguna oportunidad de explorar sus deseos. Sus vergonzosos deseos.

No había nada particularmente raro en sus fantasías, pero era inevitable que se sintiera avergonzado por su modo de pensar. Y tener al principito animándole a hacer todas esas cosas que no entendía hacían de todo el proceso aún más vergonzoso.

Mo Ting había comprado lencería. Sí, a Liu Xiuyan no le molestaba en absoluto si era sincero. Sin embargo sentía que tal vez no debería ser tan directo como el principito en ese tema.

—¿Rojo o negro?— preguntó Mo Ting sosteniendo dos conjuntos totalmente diferentes.

—¡¿Por qué me preguntas eso?!

—El rojo va mejor con tu piel— habló Mo Ting ignorandolo. —Pero tal vez el negro hará que tú figura resalte.

Liu Xiuyan podría morir con las tonterías del principito. Ningún hombre debería saber tanto sobre tonos o lencería como lo hacía el principito. Incluso era de una época distinta, pero parecía saber todo sobre ropa.

A Liu Xiuyan le consternaba que el principito supiera tantas cosas sobre las fantasías e ideas sexuales tan peculiares que parecía albergar dentro. Realmente encontraba difícil creer que el mismo chico al que le había entregado su virginidad estaba tratando de decidir qué lencería era mejor que la otra. Ah, el protagonista tenía muchos problemas invadiendo su corazón.

Liu Xiuyan suspiró, cerrando la puerta de su habitación y yendo a la cocina por una soda. Necesitaba relajarse o terminaría teniendo una crisis nerviosa en el apartamento. Una cosa era admitir que tenía fantasías; y otra muy diferente era ejecutarlas sin ninguna vergüenza. Cómo Mo Ting, que el día anterior había empezado a ordenar en línea una vasta colección de juguetes que Liu Xiuyan no quería ni ver. Es más, ni siquiera quería oír sus nombres, lo cuales seguramente serían perturbadores. Bueno, tal vez algunos…

¡No! ¡No! ¡No! ¡Muy mal, Liu Xiuyan!

El protagonista se regañó a sí mismo. No debía caer ante el atractivos de tales objetos sabiendo que tal vez solo se avergonzaría a sí mismo intentando usarlos.

No iba a pasar.

No.

Jamás.

Nunca de los nunca.

Era imposible.

No había-

—¿Te molestaría dejar de mirar al vacío, hermanito?

Liu Xiuyan soltó un grito poco masculino al oír la voz de su hermana. Se sostuvo el pecho, mirando a su hermana como si fuera el enemigo.

—No me mires así, YanYan. Eres demasiado raro.

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