39: Las hormonas del embarazo.

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—¡MO TING!

Si uno fuera a pasar frente a la recámara del principito, lo primero que oiría serían los gritos que el protagonista estaba lanzandole al futuro príncipe heredero. Nadie sabía ni quería saber por qué el protagonista estaba tan molesto, pero todos en el palacio oían su discusión.

Bueno, más que discusión solo era Liu Xiuyan gritándole a Mo Ting mientras éste solo lo veía esperando a que terminara de desahogarse. No era la primera vez que ésto sucedía porque desde hacía una semana estaban en esa situación tan incómoda. Liu Xiuyan finalmente sentía las hormonas del embarazo entrando en acción dentro de su cuerpo. En vez de sentirse nostálgico o entusiasta como Shen Lian durante su embarazo, la emoción que a Liu Xiuyan le fue estimulada al máximo era la única que nadie en el palacio estaba listo para enfrentar: ira.

Todo, absolutamente todo lo hacía enojar. Mo Ting ya no podía creer que el adorable Liu Xiuyan podía convertirse en un ser endemoniado que solo disfrutaba hacer miserables a los demás. Si el principito hacía algo remotamente distinto, le esperaba una serie de gritos e insultos al instante. Con su abdomen empezando a darle dolores en la espalda, el mal humor de Liu Xiuyan era ya tan común que nadie se sorprendía al escuchar sus gritos a cualquier hora del día. Dado que Mo Ting elegía pasar sus días acompañando a su prometido embarazado, él era quien recibía la mayor parte de los exabruptos.

Ropa mal puesta, un grito. Una palabra fuera de lugar (a su parecer) otro grito. Partículas minúsculas de suciedad en él, varios gritos acompañados de insultos.

Entre el dolor de sus pies hinchados, el dolor de su espalda por cargar tanto peso, las emociones volátiles que experimentaba y el simple hecho de que Mo Ting a veces se comportaba como un niño, Liu Xiuyan estaba cerca de perder los estribos. En realidad estaba molesto la mitad del día, mientras que durante la otra mitad bien podía estar triste o lujurioso. Y cuando estaba lujurioso había muy pocas maneras de satisfacerse a sí mismo. Mo Ting ni podía hacerle el amor en muchas de las posiciones que le gustaban debido al enorme bulto en su abdomen y que era muy riesgoso poner cualquier peso sobre el bebé.

Ésta mañana estaba peculiarmente irritado, así que no se molestó en ponerse zapatos y decidió salir de la habitación con solo una ligera capa de ropa encima. Quería comer algo dulce de repente, y no le costó mucho llegar a la cocina sin que nadie lo viera. Luego de un rato sin encontrar lo que buscaba, Liu Xiuyan hizo un puchero antes de sentarse en el piso de la cocina. No se iría hasta tener sus dulces.

Estaba sentado con la espalda hacia la pared, en una posición que hacía imposible verlo desde la puerta debido a la mesa de piedra que había en medio de la cocina. Como estaba cansado se recostó, inconscientemente escondiéndose más en su lugar.

Casi dormía, pero un sonido lo alertó. Sin querer escuchó una conversación.

—¿Crees que sea lo correcto?— conocía esa voz…era Antoine.

—Sí— fue Zhao Yuan quien respondió.

—Jean estará molesto con nosotros.

—Pero al menos tendrá a su hijo aquí.

—¿Y qué pasará cuando Luka empiece a preguntarse dónde está su padre?

—Le diremos que su padre murió. Y ya. No tiene que saber nada más.

—Amado, no pienso-

—No me des tu opinión que no la quiero. Me dijiste que confiara en ese imbécil ruso y ve lo que pasó. Haremos ésto.

—Bien.

—Envia una carta a tus padres.

—Sobre lo otro…— murmuró Antoine. — ¿Qué dijo Jean?

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