Liu Xiuyan estaba corriendo.
No sabía por qué ni desde cuándo.
No sabía cuándo parar.
Lo único que sabía era qué debía correr y correr, nunca detenerse.
Su corazón latió violentamente cuando de repente las paredes a su alrededor se cerraron y el pasillo una vez amplio se hizo cada vez más estrecho. Sus piernas se debilitaron, y tomó toda su fuerza poder seguir caminando en tal estado. Se tambaleó y corrió.
Después de un largo tiempo corriendo, sus pies empezaron a sangrar. Asustado se dió cuenta de que llevaba puesta una simple túnica blanca. Sin zapatos ni nada más. Trató de llegar más lejos, pero su cuerpo no resistió más y terminó deslizándose hacia abajo en el suelo. Sus rodillas ardían.
Lágrimas escaparon de sus ojos color café.
Y fue entonces que los vio.
Mo Ting y Mo Cheng.
El bebé en los brazos de su padre.
Reían. Reían mucho.
Pero cuando intentó llamarlos su voz no salió. Ellos no lo notaron.
—¡Mo Ting!— gritó, sus cuerdas vocales sangrando. —¡Mo Cheng!
Nadie lo escuchó.
Empezó a sollozar.
Su esposo e hijo se alejaban cada vez más de él.
Hasta que ya no pudo verlos.
Y se quedó solo, como siempre.
—¡Mo Ting!— chilló al despertar. —¡Mo Ting! ¡Mo Ting! ¡MO TING!
El llanto de Liu Xiuyan era tan doloroso de escuchar que incluso los sirvientes en el pasillo exterior se detuvieron con preocupación, analizando los ruidos dolorosos que provenían de la habitación del príncipe.
Liu Xiuyan estaba solo, sin su hijo ni su esposo cerca. El miedo en su corazón, causado por aquella horrenda pesadilla, era tan grande que no podía ni respirar sin deshacerse en un sollozo estremecedor. Se arrastró por las sábanas y apretó los puños, lanzando un largo chillido al encontrar su cama vacía. Lloró mucho.
Finalmente, después de lo que pareció una eternidad para el desesperado protagonista se oyeron unos pasos apresurandose hasta su habitación. Siguió llorando intensamente hasta que unos brazos se envolvieron alrededor de su cintura y lo atraparon en un abrazo tan fuerte que toda su figura fue cubierta por el calor corporal del principito. Mo Ting se las arregló para mantenerse de pie y al mismo tiempo abrazar al más joven con suavidad. Liu Xiuyan, por otro lado, fue incapaz de detener sus chillidos y sollozos a pesar de que el miedo a estar solo ya había desaparecido desde el momento en que sus cuerpos se unieron.
Mo Ting no hizo una sola pregunta ni emitió algún sonido. Con serenidad y una calma impresionante, consoló al pequeño Liu entre sus brazos antes de depositar un dulce beso sobre sus labios rojizos.
El protagonista lloró durante mucho tiempo. Para cuándo sus sollozos se calmaron, el principito ya estaba acariciándole la espalda con tremenda gentileza.
—¡Mo Ting!— se quejó el muchacho, sus labios formando un puchero. —¡Nuestro hijo! ¿D-Donde está?
—Esta con mis padres, esposa— susurró Mo Ting. —Lo están cuidando.
—M-Mi bebé…
Mo Ting frunció el ceño con preocupación y decidió que luego le diría a sus padres que le devolvieran a Mo Cheng. Por el momento se olvidó de eso para centrar toda su atención en abrazar a la belleza entre sus brazos.
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¡Transmigré a mi novela favorita!
CasualeSecuela de "La esposa del soberano." (Puede leerse sin haber leído el primero) Liu Xiuyan es el fan más grande de la novela en línea "La esposa del soberano". Estuvo allí desde el principio y se quedó hasta el último capítulo, llorando, riendo y ena...