Epílogo

167 11 0
                                    

Meses después.

El día estaba soleado, la brisa era fresca y llevábamos toda la mañana empacando nuestras cosas. Novak y yo nos habíamos ido a vivir juntos a su departamento después de casarnos en Las Vegas, pero en los últimos meses hablamos sobre mudarnos a Georgia y asistir a la universidad. Estábamos tan entusiasmados con la idea que preferimos no decirle nada a nuestros padres hasta que estuviese todo listo y no hubiera vuelta atrás.

Por muchos días estuvimos buscando un nuevo departamento y llenando solicitudes para la mayoría de las universidades. En cuanto obtuvimos respuesta decidimos que la mejor opción para ambos sería Georgia state university, ya que tenían unos programas de estudios increíbles, el campus era bellísimo y no estaba muy lejos del departamento que habíamos alquilado. A decir verdad han sido unos meses bastante emocionantes al lado de mi esposo, aunque también hubo días bastantes extraños. Un claro ejemplo fue aquel día que mi madre nos visitó de sorpresa porque quería hablar conmigo. Me dijo muchas cosas y entre ellas confesiones de su pasado que la llevó a convertirse en la mujer que es ahora. También me dijo porqué fue tan difícil para ella saber que tendría a una hija. Siempre vivió en un ambiente donde la mujer no valía nada y en ese entonces le costó mucho trabajo crecer y ser fuerte. No quería que su propia hija lidiara con los traumas de una mujer reprimida, una mujer que no sabía ser mujer hasta que poco a poco ella misma se fue descubriendo. Recuerdo que fue un día bastante emotivo, lleno de abrazos y llanto. Mi relación con mis padres nunca será normal, pero al menos estamos tratando de mejorar.

Lo más difícil que Novak y yo tuvimos que hacer fue darle la noticia a nuestras madres de que nos mudaríamos a Georgia y que tendríamos que aplazar la boda unos cuantos años, al menos hasta graduarnos. No fue una tarea fácil de hacer, pero a regañadientes accedieron. Justo ahora estamos vueltos locos con todo lo que tenemos que empacar, aún faltaban papeles que organizar y maletas que hacer. El tiempo se nos venía encima y yo estoy más que desesperada. En este momento me encuentro sacando toda mi ropa de la cajonera de madera y guardándola en mi maleta morada que se estaba sobre la cama. Novak se había ido hace más de dos horas y no tengo ni idea de donde podrá estar. No tengo ni espacio en mi cabeza para pensar en ello, así que seguí con mis actividades mientras esperaba a que apareciera.

Pronto, se escucharon unas llaves en el cerrojo de la puerta y en cuanto menos lo esperé mi amado esposo ya estaba de vuelta.

-       ¿En dónde has estado?- reclamo desde la habitación. -Esto es un completo desastre y tú decides desaparecer.

-       Necesito que vengas conmigo- me dice seriamente.

Su expresión decaída me preocupó.

-       ¿Estás bien? ¿Qué ha pasado?

-       Por favor acompáñame- insiste.

-       De acuerdo, vámonos.

Me guió hasta la salida sin decir nada, pero su extraña actitud me provocó una gran angustia. Novak es un chico alegre, divertido y carismático, es por eso que no entiendo porqué está así, algo muy grave debe de estar pasando para afectarlo tanto.

Rápidamente nos pusimos las protecciones, subimos a la motocicleta y condujo con gran velocidad hasta nuestro destino.

Miles de cosas cruzaron por mi mente, pero en cuanto mis ojos reconocieron el camino me sentí confundida. Estábamos llegando al parque donde solíamos jugar cuando éramos niños.

-       ¿Qué estamos haciendo aquí?- pregunto cuando se estaciona.

No me respondió, se quitó el casco antes de bajar de la moto y me ignoró por completo.

-       Novak- lo llamo quitándome el casco.

Toma mi mano izquierda y me ayuda a bajar.

-       ¿Qué estás haciendo?

-       Confía en mí bonita- me ayuda a bajar de mi asiento.

-       ¿Esta es tu urgencia?- resalto molesta. -Tenemos muchísimas cosas que hacer, no podemos perder el tiempo.

-       Tranquila bonita- susurra en mi oído.

Estuvimos por varios minutos caminando a lo largo del parque. Habían muchas familias disfrutando de un día de campo, perros corriendo felices y niños jugando por todos lados. Admito que estaba haciendo un día bellísimo, pero el estrés que tenía encima no me dejaba disfrutar nada.

A decir verdad, no estaba prestando atención a los pasos que daba, pero al instante reconocí un enorme tronco que llevaba una inscripción tallada. Sin darme cuenta, ya estábamos delante de un estanque lleno de patos y al lado se encontraba nuestro sauce lleno de aventuras.

-       Quería hacer esto aquí- dijo nervioso.

-       ¿Novak?

-       ¿Podrías cerrar los ojos? Por favor.

No quise protestar ni llenarlo de preguntas, así que llevé mis manos a mis ojos para cubrirlos. Sentí como desaparecía de mi lado, pero confié en que volvería pronto. Mientras tanto, me di la oportunidad de disfrutar de la paz y tranquilidad que el aire fresco me daba. Estoy segura de que extrañaré este lugar, pero no estoy dispuesta a decirle adiós, es sólo un hasta pronto.

-       Ya puedes abrirlos.

Quito las manos de mis ojos y mi corazón se hicieron mil veces más grande en cuanto vi a la pequeña criaturita tierna y peluda. Se trataba de un French Poodle de tres meses cuando mucho. El pequeñín era todo blanco con las orejas cafés claro, la línea inferior del ojo izquierdo era negra mientras que la línea del ojo derecho era ligeramente rosada y tenía un moño rojo alrededor de su collar. Literalmente es el perrito más bello y perfecto que había visto en mi vida.

-       Oh por Dios- digo tomando al cachorro entre mis manos. -Eres la cosita más linda que he visto en mi vida.

El pequeño me da varios lengüetazos en la mejilla izquierda.

-       Y no viene solo- dijo Novak señalando el moño.

Lo inspecciono mejor, dándome cuenta de que en la parte de su lomo se encontraba una caja roja con los bordes dorados.

-       ¿Qué es esto?

Novak desenlaza la caja del moño, tomándola con sus manos y abriéndola lentamente. Mis ojos quedaron impactados al ver un fino anillo de oro blanco con un pequeño, pero increíblemente brillante rubí en forma de corazón. Este anillo también estaba acompañado por una argolla de oro blanco que hacía juego.

-       Sé que nuestros collares tienen un significado más grande que estos anillos, pero creí necesario poner algo en tu mano.

Sacó ambos anillos de la caja antes de tomar mi mano izquierda y sobreponer el anillo con el corazón en mi dedo anular.

-       ¿Juntos para siempre?- preguntó diciendo las mismas palabras de cuando éramos niños.

-       Juntos para siempre- respondo con una sonrisa.

Terminó de deslizar el anillo en mi dedo antes de darme la argolla para yo pudiera hacer lo mismo con él.

Jamás pensé que me enamoraría de verdad, que volvería a encontrar a aquel chico que iluminó mi vida de pequeña y mucho menos que mi corazón, mi cuerpo y alma serían consumidos por el sentimiento más fuerte que existe. Ahora sé que no necesitaba al chico perfecto, sólo a mi enemigo perfecto.

Enemigos Perfectos Donde viven las historias. Descúbrelo ahora