Capítulo I*

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Débiles rayos de luz pegaban en su ventana, iluminando con su dorado color toda la habitación. El despertador en su mesa de noche sonó, indicándole que su primer día estaba por empezar.

Con gran fatiga y pereza abrió lentamente los ojos, acostumbrándose a la luz. Restregó uno de sus ojos con el dorso de la mano, logrando ver el desastre en su habitación.

Se sentó en la cama, y en la orilla, sus pies tocaron el frío suelo de madera. Se levantó y empezó a caminar hacia el baño. Tratando, con obvia torpeza, el no tropezar con alguna de las cajas de la mudanza.

Hoy empezaría su nuevo trabajo, en una nueva ciudad, en un nuevo hospital y con nuevas personas de las ahora tendría que huir. Para su suerte, tendría a su mejor amigo, Liam que trabajaba en el mismo lugar que él. Saber eso le llegaba a tranquilizar un poco.

Louis Tomlinson era cirujano neurólogo, que a pesar de ser omega era sumamente respetado en la comunidad médica.

Sus ojos eran de un tono azul fuerte, su pelo era castaño y lacio. Su piel era delicada de un color casi comparado con el dorado. Sus labios finos y rosas, y su contextura delgada pero no al extremo, donde sus curvas delicadas le daban una forma envidiable, sin hablar de su trasero. Y sus piernas rellenas y gorditas. Era el cuerpo de un omega que se consideraba arte.

Amaba su trabajo, pero odiaba mudarse. Su pasado no le ayudaba a convivir con personas nuevas, en lo absoluto.

Sin preocuparse por acomodar las cajas de la mudanza, se baño y se vistió rápido para salir directo al hospital. No quería llegar tarde a su primer día de su nuevo trabajo. Sería jefe del departamento de Neurología del Pacific East, tenía que tomárselo enserio, no quería tener que mudarse en busca de otro trabajo, no de nuevo.

Al llegar al Hospital, el jefe de cirugía, Luke Hemmings, un alfa, le dio la bienvenida. Le deseo que ojalá trabajará bien el departamento, y que se llevarán bien. Louis pensaba que sería un día tranquilo, claro, al ser su primer día no esperaba algo tan ajetreado. Pero por culpa del último jefe del departamento, ahora tenía demasiado papeleo que arreglar, sin contar las cirugías que este dejó pendientes.

Estaba en el escritorio de su ahora oficina, tratando de alguna manera de no volverse loco con todo el papeleo. La puerta de la oficina se abrió de golpe, dejando ver a una chica agitada, por su olor, Louis diría que era una beta. Parecía como si hubiera corrido el último maratón del condado. Era una de las internas, reconoció el ojiazul al recordar los internos y residentes que le presentaron esa mañana. Él la miró poniendo su atención en ella.

—Doctor Tomlinson, han llamado a Neuro de Urgencias, llegó un trauma y necesitan una consulta de inmediato—. Dijo la chica tratando de recuperar el aire perdido.

—Bien, pero, ¿por qué me lo vienes a decir a mi? Por favor, Helm -deseo que ese fuera el nombre de la interna, la verdad no recordaba bien- Busca a uno de los titulares en guardia— demandó el ojiazul.

—Ese es el problema, Doctor Tomlinson. No hay titulares disponibles, y los especialistas están en una conferencia en New York—. Explicó la muchacha con cierto tono de preocupación.

—Bien, vámonos—. Dijo el ojiazul mientras se levantaba de su silla. —Y Helm, por favor indíqueme el camino.

Ambos salieron por la puerta. Se dirigieron al ascensor más cercano, casi corriendo, no tenían tiempo que perder. Llegaron a urgencias. Louis trataba de ser sereno, trataba de controlar sus nervios. Todo eso cambió cuando vio esos ojos cafés en la mesa de trauma.

Un niño, de no más de 10 años se encontraba en ella. Estaba siendo atendido por otros dos médicos. Louis pudo visualizar lesiones en su pierna y en un brazo, y al parecer una gasa en su cabeza.

Unhealed Wounds L.s [Omegaverse]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora