37: Retirada.

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—Eunji...—Sus ojos están repletos de emoción mientras se aproxima en mi dirección—¿Qué haces aquí? ¿Estás bien...?

—Príncipe Hongseok.—Repito con la garganta agarrotada—Guarde la compostura. Parece olvidar con quién está hablando justo ahora.

El hechizo se rompe con el tono gélido de mi voz. Al oírme, Hongseok se detiene sobre sus pasos y me observa de pies a cabeza como si fuera la primera vez que realmente me ve. De repente, mi amigo se esfuma y regresa la diplomacia fría propia de un príncipe.

—Mis disculpas.—Se inclina en una breve reverencia sin quitar sus misteriosos ojos de los míos—He sido imprudente, reina de las sombras.

—Disculpas aceptadas.—Me permito relajar el tono de voz y recompongo mi expresión para que mis emociones no se interpongan en el camino, siguiendo su ejemplo—Aunque debo decir que me gustaría saber el motivo por el cual se encuentra su ejército en las puertas de mis dominios.

Mi cuestionamiento lo deja mudo por un momento, como si se lo esperara de cualquiera menos de mí. Claramente mi comportamiento lo está desconcertando pero poco me importa. Lo único que ocupa mi mente justo ahora es la resolución que se tome después de esta charla y sus posibles consecuencias.

—Sepa disculpar este despliegue.—Me dice una vez que se recupera de la sorpresa—Pero recibimos noticias preocupantes.

—Deben haberlo sido para que se haga presente usted mismo y sin anuncio previo.—Finjo ignorancia—¿Cuál será?

Él se endereza en toda su altura y me dirige una mirada directa.

—Mi intención no es ofenderla pero me temo que ese es un asunto que debo tratar de forma directa con su esposo.

—Mi esposo está atendiendo asuntos sumamente importantes.—Miento sin parpadear—Como sabrá, él acaba de regresar de un largo letargo y debe poner orden sobre el caos que se generó en su ausencia. Nuestras nupcias solo le han permitido un breve receso pero este ya llegó a su final.

—Comprendo y me disculpo por las molestias.—La mirada de Hongseok se vuelve más aguda e inteligente, lo cual me dice que claramente presiente algo extraño—Sin embargo, me temo que no puedo confiarle esta información a otra persona.

Tendré que usar la carta que menos quería usar: la del ego herido. Si hay algo que todo miembro diplomático de la realeza busca evitar son los conflictos de ego.

—Mi esposo es una extensión de mí así como yo lo soy de él.—Alzo las cejas—¿Hablar con la reina no es suficiente para usted? ¿Acaso me ve menos capaz?

—Temo que me está malinterpretando.

—Eso espero, príncipe.

Ante mi tono filoso él se queda congelado.

—Puede darme el mensaje a mí.—Repito lentamente—Y yo se lo daré a él. Podrán discutir este asunto en cuanto lo considere prudente.

—Hay un problema con eso.

—¿Y cuál sería?

La boca de Hongseok se tensa.

—El rumor dice que su esposo es quien corre peligro fatal.—Responde.

Es como sospeché.

La mano de Yanan se tensa sobre mí brazo, llamándome la atención cuando tardo mucho en responder.

—Pues...—Retomo la palabra—No sé quién fue su informante pero si yo fuera usted no me confiaría de cualquier rumor. Muchos pueden ser malintencionados e infundados.

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