him.

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Pude haberla matado con tan sólo un movimiento de mi muñeca, pero ella no lo sabe...

Sin embargo, reconoció lo que yo era, mi poder.Logré verlo en su rostro: el pánico, la incertidumbre de estar en presencia de un depredador.

E hizo bien en temerme.

Liberarme fue lo peor que pudo haber hecho.Después de siglos en confinamiento la ira me corroe las venas y la locura que provocó el catapultarme bruscamente fuera de las sombras por un momento me poseyó.La sed de venganza y de necesidades sofocadas durante mucho tiempo tomó el control.Estuve a punto de despojarla no sólo de su vida, sino de su inocencia.Ella era una linda ofrenda y sólo le faltaba el moño.

Pero algo me detuvo, encadenando al demonio en mi interior y haciéndolo retroceder malherido de regreso a su cueva.

Jazmines.

Ella olía a jazmines...

Ni ella ni su acompañante pueden verme.Me oculto entre las sombras, las cuales me reciben y envuelven con naturalidad al igual que un manto.Los veo partir en dirección al palacio.Están discutiendo.Su voz tiene un tono bajo y rico, aunque lo ejerce con dulzura.

Mis fosas nasales tiemblan mientras el aroma a jazmín se vuelve cada vez más débil.Ella está envuelta en seda y joyas, una alucinación en medio del desierto, un manantial de pureza.Y yo estoy sediento mientras la veo alejarse como la bruma.

Sólo tuve un vistazo de su perfil pero eso me alcanzó para ver la profundidad de sus ojos y la forma en la que sus largas pestañas dibujaban sombras sobre sus finas facciones.Sus labios, del color de las fresas y llenos como frutas maduras, habían temblando ligeramente por el miedo.Y la satisfacción creció en mi interior por ello.

Pero luego aquellos jazmines de nuevo...

Ella alimentó al monstruo en mi interior y luego lo confundió.

Un sonido llama mi atención sorpresivamente.

Mis ojos rojos se deslizan fuera de ella, girándose lentamente en la oscuridad hasta encontrarse en el ave posado sobre las ramas del árbol a unos metros de mí.Al verlo, una sonrisa tira de la esquina de mis labios y las ramas bajo sus patas comienzan a torcerse en direcciones incorrectas.Las espinas comienzan a crecer en ellas y los frutos (antes jugosos) ahora caen podridos al suelo.

-Ven...-Pronuncio, probando mi garganta y el sonido de mi voz luego de siglos en silencio-Acércate a mí, Rhott.

Mascota chilla y dirige sus ojos rojos en mi dirección.Luego agita sus alas con alegría y vuela hacia mí, posándose en mi antebrazo.

En cuanto mis dedos rozan la cúspide de su cabeza, sus recuerdos comienzan a destellar en el interior de mi mente.En cada uno de ellos abunda un rostro en particular.El más reciente es el que enciende nuevamente la ira en mi interior.

«No me equivoqué...ella es una ofrenda...».

-Buen chico...-Murmuro, mirando en la dirección en la que ambas figuras partieron-Ahora...supongo que tenemos un compromiso al que asistir.

Al deslizarme en la oscuridad y cada sombra proyectada por cada objeto en las cercanías, rehuyendo de la luz que ilumina todo el lugar y que me indica que me encuentro en las entrañas del territorio enemigo, efectúo un plan.

Mientras tanto el crujido de los pedazos de cristal rotos, los cuales alguna vez formaron parte de lo que fue mi cárcel, se quiebran en trozos aún más pequeños simbólicamente bajo la punta de mis zapatos.

Nunca más.

Game of gods » KinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora