Treinta

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— callate — muermulle — ¿dónde estas? — me pregunté, buscando mi celular a mi alrededor —.

Diez de la mañana del sábado, faltaba una hora para mi turno en el cine, aunque sólo eran pocas horas y contaban como horas extras. Ni bien apague la alarma de mi celular, fui directo a mi app de música para poner una de las playlists recientes, tenía algunos mensajes, pero apenas si los vi, tomé ropa interior y una toalla, sabía que hoy levi había pedido el día libre, y sólo significaba una cosa, limpieza extrema de la casa, y la más afectada sería yo, ya que se aseguraría que mi cuarto estuviera lo mas ordenado y limpio posible. Y a menos que quiera que esta estuviera pies arriba tendría que ayudar para que no fuera así y aun así estar lista para ir a trabajar.

Solté una carcajada fingida y fui directo al baño, tras bañarme en unos minutos y volver a entrar a mi habitación, encontré al enano con una bolsa negra en mano y recogiendo toda basura y cosa inútil que encontrará. No quería hacer mucho esfuerzo, entonces solo decía si o no a las cosas que él quisiera tirar. Ayude en levantar las cosas del piso y ponerlas en muebles para que el limpiará el piso a gusto. Baje las escaleras saltando y tome la caja de cereal y leche, buscando un recipiente donde colocarlo. Moblit estaba viendo la televisión tratando de encontrar algo que entretener, y apenas empecé a desayunar, erwin llegaba de su ejercicio matutino, teniendo su pecho sudado, con la respiración agitada y su cabello algo húmedo, además de una botella de agua en mano. Saludo con la mano y fue directo al otro piso.

Terminé el cereal y lave rápidamente los trastes, para volver a mi habitación, su piso estaba algo húmedo y tenía un olor a químico, además que el espejo y ventana estaban más limpios de lo usual.

— ¡tiende la cama hange! — escuche a levi gritar — no trates de escapar —.

— amor dejala — erwin se hizo presente, pues las paredes eran algo delgadas y se lograba escuchar casi todo —.

— hagan sus cosas cuando yo me vaya — les respondí en broma —.

Tome las esquinas de las sábanas y las alce, haciendo olas y tratando que quedarán sin arrugas, para así acomodar las almohadas y aventar un peluche de dinosaurio. Tomé mi bolso tipo maletin y lo coloque a un costado mío, guardando algunas cosas y así dejar la habitación, baje nuevamente las escaleras, salí de la casa despidiendome del moreno.

Tomé la bici y empecé a pedalear, directo al centro del pueblo, donde se encontraba un pequeño cine, apenas de unas tres salas. El gerente había llegado primero, por lo que el lugar ya estaba abierto, entre directamente y con un compañero más empezamos la limpieza del lugar, para después organizar cosas que no estaba a vista del público, como asientos, comida y demás. Al terminar ahora tocaba esperar a que alguien quiera ver alguna película, y así sentandome detrás de la taquilla. Saque mi celular del bolsillo, pues hasta ahora tenía algo de tiempo libre para revisar tranquilamente los mensajes. Cuarenta y seis de un grupo de amigos, siete de nanaba, treinta y dos del grupo de clases y dos de ella. Decidí dejar los de ella al último, pues a estar horas ya estará despierta y podré hablar más. Leí cada mensaje para asegurarme que no fuera de importancia, y llegado a los de (N).

— Te amo —.

— No te culpes por lo que yo hice —.

— linda ¿esta todo bien? —.

— ¿paso algo? —.

— yo también te amo —.

Los mensajes parecían no llegarle, haciendo que me preocupara un poco, pero había veces donde ella salía y no había suficiente señal. Decidí esperar a que ella contestara más tarde, para esto era pasadas del medio día, faltando tres horas para salir del lugar. Aunque podía mandar un mensaje a sus amigos, no quería parecer intensa o algo así, por lo que sólo esperaría a su respuesta.

R u n s | Hange ZoeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora