Capitulo 1

199 25 33
                                    

[Esta historia tiene temas fuertes, como abuso sexual, traumas, ansiedad, entre otros los cuales no me tomaré la molestia de mencionar, de ahí viene la señal roja de "contenido adulto". Se recomienda discreción.]

Su rostro estaba presionado fuertemente contra las sábanas blancas de la cama dejando que sus gemidos fueran ahogados por la tela y la poca dignidad a la que aún se aferraba. La mano del otro alfa lo aprisionaba contra la cama e impedía que se moviera un solo centímetro mientras acataba sus más oscuros y asquerosos deseos de fornicar con un chico el cual solamente quería morir. Solo quería desaparecer.

Sus manos lo forzaban a mantener su rostro abajo, impidiéndole respirar. Impidiéndole rogar sin palabras para que pararan. Impidiéndole implorar por misericordia. Impidiéndole seguir intentando liberarse del agarre debido al miedo de asfixia.

Sólo quería aire.

Intentaba rodar y mover su cabeza para terminar con aquel sentimiento de desesperación e impotencia que venía con la asfixia, pero sus muñecas estaban atadas juntas en su espalda y eran tomadas por las grandes y fuertes manos del alfa que estaba encima de él. Sus uñas se encajaban en la piel del pobre chico para asegurarse que no intentara hacer ningún movimiento que le desagradara o que arruinara su momento tan especial.

No podía pensar. No podía respirar. Ni siquiera podía seguir preguntándose: ¿Por qué él? ¿Que es lo que el había hecho mal para estar en este punto?

Todo se veía tan borroso, y no estaba seguro si era por la hipoxia o por las pesadas lagrimas que comenzaron a resbalar por sus mejillas, empapando rápidamente la tela debajo de el. Todo parecía perder sentido y eso le aterraba. Quería morir... Pero no realmente. No estaba listo. Sabia que su vida seguiría siendo una puta pesadilla, y sabia que morir lo terminaría todo, pero... quería tener esperanza. Quería lloriquear. Llorar y sollozar tan alto como su garganta se lo permitiera, pero no tenia aire. 

No podía pensar en nada, solo podía sentir con claridad aquel agonizante dolor que recorría su columna cada vez que era embestido fuertemente. Solo había dolor, y eso nunca cambiaría.

Estaba relleno. Había algo en sus entrañas, entrando y saliendo incesantemente de su interior y cada vez que esa cosa tocaba sus adentros un choque eléctrico de agonia era recibido por su cerebro, haciendo que se retorciera y que intentara alejarse con todas sus fuerzas restantes.

Quería gritar. Quería rogar que lo dejaran en paz. Quería suplicar que simplemente terminaran con todo esto. Que dejaran de humillarlo más. Que solamente dejarán que todo terminara, pero sabía que ese alfa nunca se lo permitiría. Nunca lo dejaría alejarse porque era nada más que un juguete, y, hasta que consiga un buen reemplazo, él sería la única cosa que saciará cada idea y deseo impuro que tuviera.

Las manos del alfa lo recorrían lentamente, tocando cada rincón de su cuerpo de manera repugnante, pasando la yema de sus dedos por su cuello y finalmente aferrándose a su cabello. Tiro de las hebras castañas del pobre chico, levantando su rostro, finalmente permitiéndole respirar, pero, a pesar de que el alivio lo había recorrido en el segundo que sus pulmones lograron volver a retener aire, sus ojos seguían fuertemente cerrados.

Dolía. Dolía mucho. Dolía cada vez que juntaba sus caderas y lo penetraba de manera ruda y sin cuidado. Dolía porque eran dos alfas teniendo sexo. Dolía porque sus embestidas no estaban hechas para hacerlo sentirse cómodo ni extasiado, sino para aprovecharse de su indefenso cuerpo... Solo para darle placer al alfa encima de él. Dolía porque no solamente era la biología la que estaba en contra de dicho acto, sino también su voluntad.

Él no quería que esto pasara. Él no quería ser violado cada vez que a ese maldito alfa sintiera deseo. No quería seguir con esto, pero no podía hacer nada. No podía hacer nada al respecto y lo recordó en el momento en el que ese asqueroso alfa soltó sus cabellos, dejándolo caer sin ningún cuidado de vuelta a la cama, terminando dentro de él y llenándolo de un fluido blanquecino y repugnante.

Un Alfa RotoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora