Capítulo 26

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—¡¿QUE HICISTE QUÉ?!— Ariana abrió sus ojos llena de impresión, mirando a Ethan completamente anonadada ante tales revelaciones. No tardó ni siquiera un segundo para soltar sin delicadeza alguna la barra de metal que sostenía, provocando un gran estruendo metálico que probablemente resonó por toda la mansión. Sin embargo, aquel golpe de hierro contra el piso parecía nada en comparación con los gritos y chillidos de Ariana.

Ethan miró de vuelta a la joven, avergonzado de siquiera haber mencionado cualquier cosa al respecto. Habia pensado que escribir la noticia seria mucho mas facil que decirla, sin embargo, cada vez que miraba nuevamente a su cuaderno solo podia leer un "Casi beso a Aiden" escrito en grande con un rotulador negro. No. Escribirlo no ha sido más fácil. Por el contrario. Las palabras se desvanecen en el aire, son llevadas por el viento y se esfuman como el humo. Las letras en ese cuaderno se quedaron ahí por siglos...

Se apresuró a cambiar de pagina, para escribir un apresurado y descuidado:

"¡Cállate!"

Sus mejillas me ardían con fervor ante la indiscreción de su amiga, misma que lo miraba como si tuviera tres cabezas. ¿Acaso era tan difícil creer que había besado a Aiden? Bueno, casi. Bueno, tal vez lo era, ¿No? Pero, siendo sincero, tenía posibilidades de besarlo, ¿cierto? Digo, Aiden no parecía desagradabrle la idea. Por el contrario. Había cerrado sus ojos. Sus lindas pecas adornando sus mejillas, siendo opacadas por sus largas pestañas, se veían tan encantadoras cuando cerró los ojos, esperando con paciencia un beso que nunca llegó.

Mierda.

—¡Casi besas a Aiden! ¡¿Cómo quieres que reaccione?! No. No. No. Mejor dicho: ¡Aiden casi deja que lo beses! ¿Qué quieres de mí?— Repetía la joven, dejando que su emoción a flor de piel se desbordara sin pudor alguno. Sonreía de manera radiante, llena de euforia que parecía ser incapaz de ser oculta. Posiblemente, por esas cosas Ariana era tan encantadora. Ethan lo había notado desde que comenzó a entrenar con ella. No parecía importarle nada. No le importaba que la gente la viera, o que tantos tuvieran su nombre en sus labios. Ariana lo había dejado claro: estaba enamorada de la vida. Si sentía algo lo dejaba al exterior para que todo el mundo lo viera, pues una vida con secretos, según ella, no es nada de qué enorgullecerse.

Era un soplo de aire fresco, y claramente una gran influencia. Si estaba triste lloraba, si estaba enojada gritaba, si estaba feliz reía. Era una vida simple. Le agradaba por eso. Nunca complicaba las cosas.

No tenía miedo a vivir, y esa era su mejor cualidad.

"No sé qué pasó" Se apresuró a escribir. Las letras, bien marcadas con rotulador negro y claramente apresuradas causaron que la chica soltara un chillido agudo, mientras miraba al alfa con emoción. "Estamos viéndonos. Sus ojos eran tan grandes. Pensé que nunca había visto a alguien tan bonito."

Ariana le arrebató el cuaderno de las manos con apuro. Leía y releía el texto que su amigo acababa de escribir acerca del jefazo de la mansión, incapaz de mantener sus emociones a raya.

—¡Ethan. Ethan. No lo entiendes. ¡Esperamos años por un chisme de esta magnitud!—

Mierda.

El pobre alfa estaba abrumado, incapaz de seguirle los agigantados y rápidos pasos a la enérgica explosividad de la joven beta, quien tan solo cinco minutos atrás entrenaba con calma como solían hacer todos los días. Era demasiado. Muchas emociones por un día. Ya tenía suficiente con su incapacidad de entender esa maraña de nuevas sensaciones que comenzaba a agobiarlo. No parecía entender por qué algo que parecía tan superficial, y sonaba tan trivial en los libros parecía ser tan relevante para su amiga.

Tal vez hubiese sido mejor darle las noticias a Amanda.

Comenzó a sentir una presión extraña en su pecho, mientras que súbitamente pensó que su cabeza explotaría. Una punzada de dolor lo había recorrido tan pronto que se estremeció por unos segundos.

Un Alfa RotoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora