Capítulo 2

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—Lo traje para calmar un poco el estrés de ambos. Tú sabes, yo por detrás y tú por enfrente— Dijo aquel repulsivo alfa mirando con una sonrisa cínica y egocéntrica al omega sentado en el sillón aterciopelado frente a él. Sus grandes colmillos laterales, como los de un vampiro, fueron una de las primeras cosas que llamaron la atención del omega. Había muchos alfas con colmillos, pocos con unos tan grandes y puntiagudos, pero él no estaba asustado por ello. Ya no había lugar para instintos dentro de él, no desde que comenzó su negocio.

Los alfas solían mostrar los colmillos que usaban para la mordida a los omegas que les atraían, usualmente era considerado como un acto sensual e indecente para el coqueteo, pero por ahora no se sentía como algo así. Se sentía como una burla. Era algo más cínico. Más desagradable.

El omega pasó una de sus manos por su cabellera intentando mantener cada pequeño mechón alejado de su rostro, un claro gesto que indicaba su cansancio y disgusto. Estaba harto de tener que escuchar tantas mediocridades y palabras vacías acerca de negocios en tan poco tiempo. No había estudiado años en la universidad, gastado todos sus ahorros, y roto su espalda en el trabajo para que un lunático intentará arruinar su empresa con estupideces.

No tenía ni la menor intención de aceptar un trato con ese maniático estupido por razones personales, aun menos con las estupideces que decía como planes para el futuro.

Como hombre de negocios sabía que el rechazar tal desastrosa propuesta no era un asunto personal, sólo apreciaba mucho la claridad y transparencia que tenía su compañía. No planeaba ceder no importa qué tantas palabras bonitas le dijera o que tantas historias del pasado sacara de su manga.

No había más que discutir.

El omega se levantó de su asiento, miró al contrario y suspiró. Aunque el joven empresario se viera tan calmado debido a sus movimientos lentos y bien calculados, dentro de él no podía evitar sentirse asqueado.

Habían estupideces las cuales lograba tolerar, entre ellas estaba el que lo hayan citado fuera de su oficina, una estupidez ya bastante desagradable, luego la iluminación rojiza de la habitación, luego estaba el maldito y desagradable olor a Durián que las feromonas de ese alfa tenían, finalmente estaba el aspecto decadente de la mansión en la que lo habían citado, pero esto ya era demasiado.

Un alfa con lencería y un juguete de cola puesto, atado como un animal, con una mordaza y los ojos vendados estaba justo en medio de la sala.

No podía siquiera considerar en que mierda pensaba Erick cuando había contratado un alfa que trabaja en ámbitos sexuales a una reunión estrictamente de negocios.

Cualquier persona de negocios lo sabía: arruinaría su imagen. Lo hundiría en menos de un par de horas si alguien se enteraba, y no quería ni siquiera pensar en lo asqueado que se sentía de fornicar con algo que ya había fornicado con miles, justo como un alfa de uso sexual.

—¿Me estás ofreciendo esta basura?— Preguntó el omega. Cuando Aiden soltó dichas palabras de manera dura y fría el pobre e indefenso chico de la habitación solamente comenzó a temblar en el piso lleno de terror, encogiéndose en el lugar, listo para recibir cualquier castigo que, aparentemente, merecía solamente por existir.

El omega de ojos verdes paseó su mirada por el alfa arrodillado en el piso. Su cara era bonita, no iba a combatir contra eso, incluso si no podía ver sus ojos, y estuviera lleno de saliva y lágrimas, era evidente que era un alfa bastante atractivo. Pero, fuera de eso, la manera en que actuaba era patética.

La forma en la que temblaba y lloriqueaba era realmente desagradable para ser un trabajador sexual experimentado. Sabía que a los alfas les dolía cuando eran penetrados, eran una de las primeras lecciones en sus clases de biología, pero usualmente se acostumbraban al dolor y finalmente podían ser buenos juguetes y trabajadores, pero la manera en que ese chico estaba retorciéndose hacía parecer que estaba sufriendo mucho, tanto que con suerte podía recolectar aire sin caer al piso.

Tomó el rostro del alfa que estaba en el piso, apretando sus mejillas y obligándolo a levantar la cara para tener una mejor vista, a lo que el contrario solamente tembló como si fuera una gelatina, e intentó liberar su rostro con todas sus fuerzas, pero de nada servía.

Patético.

Parecía estar aterrado. Tal vez el temblor que mostraba no era por el placer de ser visto de esa manera. Tal vez esas lágrimas que caían de sus pómulos no eran de gusto. Tal vez Aiden estaba involucrándose en algo peor de lo que pensaba.

—Te prometo que en cuanto lo compré tenía muchos encantos, pero ahora sus feromonas se han desgastado mucho. Estoy pensando en deshacerme de él si es de consuelo.— Dijo Erick. Aiden gruño.

—Entonces, ¿quieres que folle con basura? Estas diciendo que lo vas a tirar, y ¿aun así me lo ofreces? ¿Y que es esa mierda de "en cuanto lo compre", Erick? ¿Que mierda significa eso? ¿Que mierda significa que lo vas a tirar en primer lugar?— Pregunto Aiden, su voz, fuerte y llena de autoridad, pero al mismo tiempo levemente histérica hizo que el alfa sonriera. Aiden no estaba nervioso, estaba rabioso. El simple pensamiento de que ese alfa estaba en posiciones de Erick le daba cólera .

—Lo compré hace años, Aiden. No debes preocuparte por ello. Sus hermanos no lo querían así que me lo vendieron por poco menos de un millón de Yenes. Estaban desesperados por el dinero.— El alfa tomó un trago de whiskey que tenía en su escritorio, mirando con esos intensos ojos zafiro al pobre y aterrado chico, sonriendo ante la clara reacción que tuvo con la simple mención de sus hermanos.

Ese pobre e indefenso alfa tembló con solo escuchar como Erick se ponía de pie y se acercaba a él, tomándolo por el collar que tenía y jalando de este. El maldito maniaco puso una mano en el cuello del chico, sintiendo su manzana de Adan al tacto y pasando su asquerosa lengua por una parte de su espalda.

Nadie podría evitar sentirse repugnado por eso, aún menos cuando el pobre chico solo lloraba con más fuerza e intentaba sollozar incluso cuando tenía aquella mordaza.

Era repulsivo.

—Te diré que haremos.— Comenzó Aiden, sirviendo nuevamente un trago de tequila en el respectivo lugar y tomándolo de un solo trago. Mientras decía sus siguientes palabras, comenzó a caminar a pasos lentos y elegantes hacia la puerta. Su voz era imponente, fuerte y segura. Su tono de amenaza y poder no flaqueó ni por un milisegundo. Sus palabras eran la sentencia final.

—Me cederás este alfa, y pretenderé que esto nunca pasó. Lo tomaré como un regalo de disculpa por tu estupidez e ineptitud, pero si me entero que algo como esto se repite en algún momento— El omega hizo una pausa, volteo levemente su rostro para que sus ojos esmeralda, brillando de manera inhumana, pudieran ver de reojo al alfa que estaba sentado en el escritorio. —te mueres— Escupió. Sus palabras fueron lentas, fuertes, y las había dicho como si intentara matar con el simple sonido de su voz. Erick únicamente asintió.

Era un omega de temer, y créanme que temer y omega en la misma frase nunca vienen en ese orden, por lo que Erick únicamente sonrió. Ese egocéntrico se sentía halagado de cómo le estaban hablando, y con la simple voz ronca del omega se estremeció.

Quería tenerlo, pero sabía muy bien que no sería posible nunca. El estaba muy fuera de su liga. Además, le gustaban mucho más esos alfas jóvenes e inexperimentados los cuales lloriquean cuando te acercas a ellos. Esos que no saben que pasa y aún no descubren que el tener relaciones sexuales entre alfas es doloroso, más de lo que puden pensar.

Lastima. Le habían robado su juguete.

[Nuevo olor desbloqueado: Erick, el alfa de olor a Durián]

[El Durián es una fruta bastante reconocida en territorios afroasiáticos debido a su potente olor, el cual es usualmente comparado con el olor de la basura. Seguramente ya habrán oído de ella.]

Un Alfa RotoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora