Capítulo 10

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Las manecillas del reloj apuntaban con claridad a las tres y cincuenta y siete de la mañana, por lo que Aiden pensó que era momento perfecto para una última ronda de café antes de ir a la cama y tomar un merecido descanso de su trabajo. Siempre había trabajado como burro, nunca nada había sido fácil con él, aún menos considerando que había formado ese imperio de nada más que sueños, ambición, polvo y lágrimas. Había sido duro, casi imposible, pero lo había logrado, y ahora era su deber mantener todo lo que había obtenido, no solo por él, sino por todos aquellos que trabajaban bajo su nombre, bajo el nombre de su empresa. Si el se iba a la quiebra por ser perezoso muchos se quedarían sin trabajo, y no podía permitir nada similar. 

Rellenaba papeles, firmaba cheques, y revisaba con cautela inversiones pasadas todo a la misma vez, ya que, de no ser así, no tendría tiempo para sí mismo, lo cual incluían esas encantadoras mañanas con el nuevo alfa de la mansión. No podía permitir eso. Aún tenía muchas cosas que hacer con él. Debía de llevarlo a ver su empresa, a un parque, debía de sacarlo de la mansión, campos, playa, el cielo es el límite para mostrarle cosas nuevas. Debía terminar esas cosas tan pronto como le fuera posible, pero, al mismo tiempo, debía ser cuidadoso para no cometer errores.

Mientras pensaba en el futuro, ese cercano el cual vendría después de tomar esas tres o dos encantadoras horas de sueño, un olor comenzó a propagarse por el aire. Era fresco, nada extravagante, casi como un bosque, o césped recién cortado. ¿Qué sería? el jardinero claramente no trabajaba tan tarde, y no había razones para que estuviera en el jardín a esas horas, además, no es como nada que haya olido antes. No sabia como describirlo, y la comparación con otras cosas, aunque similar, no lograba ser un olor tan encantador. 

No solo eso se preguntaba a qué olía con exactitud sino ¿Por qué ese olor le resultaba encantador? ¿Por qué no le daba ganas de vomitar, y tampoco le revolvía el estómago? Ni siquiera le hacía arrugar la nariz... Era tan extraño. 

Desde que había nacido, todos los olores a su alrededor eran devastadores. Solía desear saber cómo era estar dentro de un invernadero, viendo las flores y plantas sin devolver su comida casi al instante. Solía desear no ser capaz de oler con tanta claridad la tinta de su bolígrafo, la humedad fuera de su ventana cada vez que se encargaban de las plantas, o el polvo en las habitaciones, tampoco el aroma de la ropa que estaba usando. Quería saber que era no estar "maldito", como sus padres solían llamarle a su condición—aunque, realmente, parosmia sería el verdadero nombre médico.

Pero eso cambió en el instante en que aquel olor llegó a él. 

Era un aroma nuevo. Una esencia casi embriagante. No, no casi, era realmente embriagante. No era ni remotamente similar a ningún perfume, o alfa al que había olido antes. Ese olor era casi perfecto. Casi. Sería perfecto si no fuese por aquel toque amargo y cítrico que lo acompañaba.

Prácticamente hipnotizado por aquella esencia que recorría el aire, el omega decidió levantarse de su escritorio, mandando al demonio todas sus tareas y quehaceres solamente para ir a revisar qué era lo que estaba sucediendo en los pasillos. Buscando casi con desesperación de donde venía dicha fragancia. Claramente, nunca se esperó que lo que encontraría sería aquel alfa que había acogido casi dos meses atrás en el suelo, rogándose a sí mismo que fuera capaz de moverse. Nunca esperó escuchar su voz llena de terror y pánico.

Nunca se esperó que lo que buscaba con desesperación—ese olor agradable y magnético—era un simple alfa hermanando feromonas de manera inconsciente porque se sentía en peligro.

[...]

El omega estaba consciente que no debería de liberar una gran cantidad de sus feromonas de manera súbita, ya que podría causar que Ethan perdiera toda la seguridad y confianza que había generado, además de sacar a flote malas memorias, ya que, suponía, que alguno de esos repulsivos alfas había usado sus feromonas para hacerlo sumiso. Debía de hacer todo para evitar hacer algo remotamente similar. El punto de ayudarse con sus feromonas de omega era darle calma, no arrebatarle todo el progreso que había hecho, por lo que había que ser cuidadoso. Quería tomar las cosas con calma para de esa manera lograr que Ethan se calmara un poco. Solo quería ayudarlo.  

Un Alfa RotoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora