Capítulo 6

66 10 18
                                    

Estaba muerto, no había otra explicación. Solamente había que pensar en todo lo que había pasado durante esa semana para darse cuenta. Todos los días, tres veces al día, ese pequeño omega repetía una y otra vez la rutina. Tomaba un bocado y se sentaba frente al escritorio lleno de calma. Sus ojos esmeralda se quedaban pegados a aquel pequeño cuadro de entretención, mientras Ethan solo veía y analizaba cada pequeño detalle de este.

Incluso, el pequeño omega había traído un pequeño cuadrado color blanco, era metálico y tenía números. Podía recordarlo, o por lo menos eso pensaba. Era un microondas. Le había comprado un microondas solo para él, y no solo eso, también le había dicho cómo usarlo.

"Odio la comida fría, y no quiero que se haga un hábito el que comas todo frío" Había sido la excusa de aquel omega. Ethan, por una vez, no esperó ni siquiera a que el contrario se alejara, solamente se acercó al aparato y comenzó a tocarlo. Cuando tocó el primer botón, dio un pequeño brinco ante el sonido repentino y chillante que había hecho eco en la habitación.

Si le preguntaban a Aiden, ese alfa era como un niño pequeño, pero, por alguna razón, no le molestaba mucho que actuara de aquella manera tan niñezca. De cierta manera lo entendía. Le era... ¿Cómo podría describirlo? Relajante. Si, tal vez esa era la palabra que buscaba. Era lindo ver como un alfa no era altanero, ni arrogante por una vez en su vida. Hacía lo que quería hacer, y no se molestaba en ocultar su miedo, o su interés en las cosas. Le agradaba ese aspecto.

Aunque no hablaba era evidente a donde quería llegar con todas las cosas que hacía, nunca había segundas intenciones, ni cinismo en el interior del joven, era sólo una persona más. No actuaba como ningún alfa que haya conocido, y eso era un soplo de aire fresco. Tal vez será porque todos los alfas que conocía eran ricos y poderosos, y pensaban que un omega en el poder siempre sería inferior. Seguramente por esa razón no tenía problemas en pasar el rato con Ethan. No le importaba estar con él, incluso si no hablaban de nada o hacían nada interesante.

Por otro lado, hoy era importante. Hoy era uno de esos días en los cuales Aiden debía de ser extremadamente cuidadoso en lo que hacía y decía, porque, después de hablar personalmente con los doctores,  y psiquiatras más experimentados de la ciudad, e idear una dieta específica para que él contrario subiera de peso tan rápido como podía (con ayuda de algunos nutriólogos), ahora no tenia solo que comer, sino que debía de tomar pastillas. Vitaminas, para ser específicos. No solo eso, también debía de comenzar a ejercitar para ganar músculo, y volverse un poco más grande, proceso que tuvo que haber hecho cuando era tan solo un adolescente.

Aiden no quería darle pastillas. Estaba consciente de las terribles experiencias que había tenido el pobre alfa con las pastillas e inyecciones, así que no quería arruinar su confianza dándole algo que seguramente, para este punto, repudia y teme. Había preguntado a cada doctor que conocía maneras alternativas de darle vitaminas, desde dieta hasta otras formas alejadas de cápsulas e inyecciones, pero no había ninguna.

Tal vez había sido muy soñador, y eso había sido bastante claro cuando uno de los doctores le habló francamente:

"No le des pastillas entonces, pero no va a recuperarse. Aún existe la posibilidad de que ese alfa crezca, me dijiste que es joven, así que las vitaminas que necesitan podrían hacerlo llegar a la altura de cualquier otro, de esa manera no se sentirá diferente, y no solo eso, su piel retomará color y se sentirá mucho mejor, pero, si crees saber más que cualquier doctor, no le des pastillas y déjalo como esta."

Esas palabras lo habían tomado desprevenido, y finalmente se había dado cuenta de que tan estúpido sonaba. Todos los doctores habían recomendado prácticamente lo mismo, y, si quería que ese alfa se recuperara pronto, debería obedecer por una vez en su vida.

Un Alfa RotoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora