Era casi mediodía, ya había hablado con el maestro personal de aquel extraño alfa, con su terapeuta, y había planeado nuevos planes alimenticios con ayuda del chef y la nutrióloga, sin mencionar cómo había llamado al jardinero para que este hiciera algo especial para el alfa, cómo plantar alguna nueva flor o hacer una figura en algún arbusto pequeño. Ahora, la única persona que estaba entre él y una tarde de paz y tranquilidad era Ariana, la entrenadora personal del joven. La joven de raíces hispanas era agradable, tenía un cuerpo bien esculpido y juraba que nunca en su vida la había visto comer algo que no fuera ensalada, pollo, pescado o arroz, por lo que, claramente, la chica sabía perfectamente que hacer para ganar masa muscular, algo que claramente sería beneficioso para un alfa tan pequeño y débil como era el invitado de la mansión.
—¿Cómo está, físicamente hablando? ¿Va todo bien?— Preguntó el chico, mirando pacientemente a la contraria mientras esta se esparcía en la silla de manera informal. Aiden no pudo evitar sonreír al ver como Ariana seguía sin ser capaz de sentarse correctamente. No importa cuanto tiempo pase, algunas cosas simplemente no cambian. Ariana era una de las jóvenes más encantadoras que había conocido. Siempre había tenido mucha ambición, una sonrisa resplandeciente y un fanatismo que llegaba al borde de la locura por los retos físicos. La joven era claramente la persona adecuada para transmitir pasión por el deporte a cualquiera, incluso a un pobre joven asustado incluso de su propia sombra como Ethan.
Aunque le había dicho a Eduardo que él buscara, la realidad es que también le había indicado que se contactara con viejos conocidos que trabajaban en áreas similares. Realmente Aiden no quería arriesgarse en ningún aspecto, aún menos con la situación actual del alfa.
—Te dire las cosas de manera directa. El chico es fantastico.— Habló la beta llena de emoción, dejando que sus grandes ojos miel se iluminarán debido a la emoción, mientras sonreía y se revolvía en el asiento de una manera bastante niñezca. —No he visto un alfa tan fuerte en años. Dios santo, si ese chico quisiera entrar en las nacionales—La joven hizo una pausa, claramente imaginando el mismo escenario que acababa de mencionar, para después demostrar con claridad unos pronunciados escalofríos los cuales recorrieron su columna, haciendo que la joven riera fuertemente. Definitivamente, aún tenía esa energía abrumadora. —Dios santo, de tan solo pensarlo me estoy alterando. Deberias de ver sus patadas altas. Soy una campeona nacional pero diablos, ese chico me da terror.—
—Puedo suponer que todo va perfecto con él, me alegro que hayas encontrado uno--—Antes de que el omega continuará con su cuestionario, la hiperactiva beta decidió interrumpirlo. Aiden siempre supo que su personalidad extrovertida y explosiva sería buena para el alfa, más sin embargo, de vez en cuando lo tomaba desprevenido en situaciones como estas, cuando lo que quería era hablar de negocios y obtener información acerca de la condición del alfa.
—Sus golpes son precisos y fuertes, es como un bendito toro. Su cuerpo ha ganado suficiente fuerza y resistencia, creo que no solo está al nivel normal de un alfa de su edad, sino que ha excedido mis expectativas. Me gustaría llevarlo a algún tipo de torneo. —Exclamó ella, moviendo sus manos de un lado a otro, haciendo gestos los cuales Aiden suponía significaban pesas, patadas y golpes, sonriendo y riendo ante su misma devoción. —Deberías verlo. No puedo creerlo. Para este punto ya no quiero ni paga, quiero entrenar con este chico el resto de mi vida. Sé que va a vencerme en algún momento. — Comentó la joven, apretando su puño derecho y poniéndolo en el aire, casi como si estuviera dando un golpe a la nada, pero manteniendo su extremidad estática para mostrar su emoción y fuerza.
—Me alegro de escucharlo.— Hablo Aiden sonriendo de lado, levemente intimidado por la joven.
—De cualquier manera,— Interrumpió Ariana toda la emoción y alegría que había en el aire, nuevamente volviendo a la seriedad que se merecía el momento. —él realmente quiere verte. No sabes la cantidad de veces que pregunta por ti. Ya han pasado tres meses, cariño, casi cuatro. Hace dos meses te lo informaba como una indirecta, pero ahora quiero patear tu trasero por no haberme escuchado.— Bufo la joven cruzándose de brazos y cerrando los ojos mientras fruncía el ceño.
—Lo sé.— Bufó el contrario, casi exhausto de recibir esa misma recomendación por parte de todas las personas que conocían al alfa. Incluso el maldito jardinero lo había mencionado en algún momento. Todos parecían estar poniéndose de acuerdo para arruinar su buen humor de la mañana. —Claramente lo sé, pero, por favor, te pido que tengas fé en mi.— Objeto el pequeño chico, frotando su sien en un intento de calmarse. Ese bendito “el quiere” verte que lo había estado agobiando desde hace tanto y para este punto ya lo estaba sacando de quicio.
—Eso dijiste la última vez, y aún no haces nada. ¿Desde cuando te acobardas así, Aiden? Antes eras un omega de temer, ahora parece que te derrumbarás con cualquier soplido—
—Solo… Por favor, no preguntes. Cumple con tu trabajo y ayúdalo en esto, y por favor, creé en mis palabras cuando digo que estoy haciendo mi mayor esfuerzo aquí…— Habló el joven dejando que su mirada, por primera vez, se separará de la contraria, enfocándose en aquellos sinsentidos que tenía su libreta de notas.
Claramente, la beta únicamente accedió por esos benditos ojos de cachorro del contrario, quien parecía, de la misma manera que Ethan, desesperado por alguien que lo apoyara y confiara en él.
—Como entrenadora profesional tengo que cuidarlo física y mentalmente. Ese es mi trabajo,—La joven hizo una pausa, poniendo ambas manos en la mesa y levantándose casi indignada. —Como su amiga, mi trabajo es patear tu trasero.—
Esta última incluso olvidó su cheque, solo se levantó, tomó sus cosas y se fue. Luego Aiden haría que Eduardo le entregara su paga, pero, de cualquier manera, estas conversaciones le estaban dando un mal sabor de boca. Nunca pensó que sus mismos trabajadores estuvieran poniéndose en su contra, pero, bueno, nadie podría culparlos. Ese alfa tenía un encanto especial con cualquiera que se le acercara.
No importa quien sea, Ethan incluso podría ganarse el corazón de la persona más indiferente.
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Un Alfa Roto
RomanceAiden era una omega. No un simple omega, era el omega mas codiciado de la ciudad. No era realmente único. No desprendía ningún olor especial, ni tenía una cualidad fuera de ser atractivo ante el ojo. No era realmente diferente a todos esos otros ome...