Capítulo 41

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— El sol...— Tsukishima murmuró con la boca reseca, los párpados apretados a la luz clara y melancólica que se filtraba a través de la ventana entreabierta — Es...— volvió a murmurar, su conciencia estaba oscilando entre el letargo y la lucidez, dejándose ir y deteniéndose con lo poco que tenía antes de que su mente pudiera ser arrastrada a ese profundo pozo.

Estaba confundido. El espacio, la luz, el lugar, lo amplia que era esa ventana, como las cortinas flotaban perezosamente en medio de ráfagas cálidas y agradables, en medio del tiempo y su confusión, en un espacio que no era el suyo, pero que comenzó a hacerse cada vez más y más familiar a medida que su conciencia escapaba de la oscuridad y su corazón se enfrentaba una vez más a la realidad.

— Tan tarde — pasó saliva por su reseca garganta y apoyó el dorso de la mano sobre su frente, apretando estos suavemente en una extraña rigidez. Estaba seguro de que si cerraba los ojos otra vez podría quedarse dormido sin problemas.

Había sido así los últimos días desde que ese episodio de fiebre sucedió, tan pesados y cansados que apenas era consciente del tiempo, que a veces no comprendía el espacio y en el que cada instante se sentía como si el mismo estuviera desvaneciéndose, como si su alma se agitara y hundiera, dispersándose lentamente en el viento, en la ausencia, en su propia tristeza.

— Hoy el cielo es muy azul — murmuró, la mano sobre su vientre, sin embargo esos ojos llenos de lágrimas apenas eran capaces de apreciar el exterior en esa imagen distorsionada — Creo que se está haciendo más cálido también, te gustaría mucho si pudieras verlo, es...

Se cubrió los ojos con la mano y apretó los labios, tenía ganas de llorar ¿Por qué sus emociones eran tan amargas? ¿Había tenido un sueño extraño otra vez? Francamente, Tsukishima no era capaz de recordarlo. No sabía nada, no entendía nada, sin embargo su corazón sentía tan intensamente como la primera vez y añoraba con tanta fuerza que la angustia de verlo romperse lentamente era difícil de soportar ¿La marca todavía no se había roto? ¿Cuándo lo haría? Era la primera vez que se lo preguntaba, tal vez porque había tenido miedo de conocer la respuesta o quizá porque aún no quería aceptar que tendría que dejarlo ir definitivamente después de esto.

Ya no estaba seguro de nada, pero ¿Importaba?

Nunca había sido suyo y nunca podría haberlo tenido ¿Por qué no quería entenderlo todavía? ¿Cómo podía ser tan difícil? Ya sabía que no podía ser posible, lo había dejado atrás y estaba tratando de olvidarlo al mismo tiempo, porque ya lo sabía, porque nadie tenía que decírselo cuando siempre fue muy claro, aun así todavía no era capaz de arrancarlo de su pecho, no podía borrarlo...porque aún no quería que se fuera.

— Parece que no te estás sintiendo bien este día.

— No lo sé — Tsukishima no se inmutó a la voz de la persona que cruzó repentinamente a la habitación y se sacudió lentamente los párpados con el dorso de la mano. Junto a Shirabu había una mujer, esta se acercó a él y lo ayudó a levantarse, otra persona también había entrado a la habitación, colocó un botiquín en el suelo y buscó en su interior algunas cosas a las que el rubio no prestó atención — ¿Hoy van a hacerlo otra vez?

— Es la fecha justa — el rubio le tomó la mano y palpó cuidadosamente sobre el antebrazo — ¿Sucede algo? ¿Estás confundido otra vez? Escuché que has estado dormido desde esta mañana.

The Only One [Omegaverse]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora