Capítulo 52

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No recordaba que algo hubiera sido tan cálido en mucho tiempo. Hasta este momento, todo lo que había conocido, todo lo que sintió y fue capaz de experimentar fue tan desastroso; incertidumbre, miedo, dolor. Emociones que golpearon su espíritu, que lo hirieron y destrozaron tanto que no sabía qué hacer, tanto que estuvo perdido e indefenso frente a un mundo que apenas conocía, así que no sabía si esto podría ser solo una ilusión.

Y tenía miedo, miedo porque ya estaba cansado de tratar de creer, de perder todo lo que le importaba, de ver con impotencia cómo desaparecía, de quedarse solo. Tenía miedo, tanto, tanto, tanto que ya no sabía en qué creer...tanto que no sabía lo que haría si esto también fuera una mentira.

— ¿Aki? — el susurro de su voz fue tan suave y frágil, apenas capaz de romper el sueño que no quería que desapareciera — Aki — volvió a decir y esta vez, sus dedos se atrevieron a extenderse en dirección al gentil rostro apacible que dormía a su lado, sin atreverse a tocarlo.

¿Era realmente él? La manera en la que lo abrazaba, Tsukishima estaba seguro de que podía recordarlo, que había una persona que siempre fue muy gentil con él, una persona que lo cuidó tiernamente cuando estaba asustado del mundo, una persona que siempre tenía una sonrisa para él, una persona que nunca soltó su mano, que fue paciente y gentil, alguien que nunca se rindió con él, alguien que lo amaba mucho, alguien al que amaba tanto.

Esta persona, este rostro, podría ser verdad...porque de verdad lo sentía intensamente.

— ¿Tuviste una buena siesta? — el rubio contuvo un jadeo de sorpresa y se enfrentó a una gentil mirada adormilada tan dorada como la suya y a una mano cálida — ¿Cómo te sientes? ¿Todavía te duele?

— ¿Duele?

— Tu brazo.

— ¿Mi...? — repentinamente, Akiteru se agitó y sentó sobre la cama. El menor lo miró como si estuviera confundido, sin embargo imitó su misma acción; apoyó una mano sobre el suave colchón, deteniéndose repentinamente a una imagen que realmente no pareció muy buena, a una imagen muy fea rodeándole la muñeca — Oh...

Trató de tocarlo con curiosidad, claramente eso no estaba ahí antes y dolía bastante, sin embargo su hermano lo detuvo rápidamente.

— No lo muevas demasiado ¿Si? Déjame ayudarte — lo sujetó suavemente y ayudó a sentarse, luego se levantó de la cama para servir un poco de agua y entregársela. El menor tomó el vaso sintiéndose un poco aturdido y bebió un par de sorbos en silencio, sin embargo su mirada de detuvo sobre la marca que comenzaba a hacerse cada vez más oscura sobre su muñeca antes de entregarlo de vuelta — ¿Cómo está? ¿Te duele la garganta? — Akiteru apoyó ambas manos sobre las de su hermano.

El menor parpadeó, aún se sentía como si estuviera a la mitad de un sueño extraño, no parecía verdad, no parecía tener sentido — Creo...— bajó la mirada, pero era muy cálido, demasiado cálido y gentil como para ser una mentira, y repentinamente quiso llorar amargamente — ¿Pasó algo malo?

— ¿No lo recuerdas? — Akiteru, que estaba a punto de tomar de vuelta el vaso se detuvo repentinamente y miró al chico que mantenía su aturdida cabeza gacha, sin embargo no recibió una respuesta en mucho tiempo — ¿Kei?

— ¿Se fue? — alzó la cabeza, su mirada clara parecía algo cansada, su mente era más lenta de lo que recordaba, sin embargo podía hacerlo lentamente, al menos solo un poco, recordar.

The Only One [Omegaverse]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora