Capítulo 34

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Tsukishima se tambaleó torpemente fuera del cuarto de baño, una mano sobre el borde de la puerta y otra sobre su frente, dónde perlas de frío sudor le humedecían la piel. A penas podía mantenerse en pie. Le dolía la cabeza. Le temblaban los dedos, su respiración se había vuelto pesada y su cuerpo, todo de él, repentinamente se sintió como si fuera a desmoronarse en cualquier momento, como si fuera tan frágil que tenía miedo liberarse de ese único punto de apoyo y ceder a su debilidad. 

— ¿Por qué? — se miró la palma de la mano, a los dedos pálidos y fríos que temblaban ligeramente y trató de apretarlos en un puño que apenas pudo tomar un poco de la fuerza que no tenía — ¿Por qué? — volvió a decir, su voz temblorosa y rasposa...un sabor amargo y desagradable en los labios.

El mismo que lo había llevado al inodoro, a verter lo poco que había en su estómago hace tan solo momentos atrás.

Se apretó el estómago con fuerza ¿Había enfermado? Pero ¿Cómo? ¿Por qué algo como esto? Era demasiado extraño, no tenía sentido ¿Por qué? ¿Por qué? ¿Por qué? ¿Cómo era posible que su salud se hubiera vuelto tan mala? ¿Había comido algo en mal estado? Eso no debería ser posible, entonces ¿Una reacción alérgica? ¿La úlcera? Había dolor, era molesto y también muy extraño, pero no recordaba que hubiera sido así en el pasado.

Podría ser que su salud no fuera la mejor, solía sufrir de fiebre periódicamente, pero tampoco era tan terrible como para presentar este tipo de síntomas sin sentido ¿Cómo podía ser esto posible? ¿Era estrés otra vez? Antes no quería prestar mucha atención a algo como esto, había estado tratando de convencerse de que no era nada por lo que valiera la pena preocuparse, estaba pensando que debía desaparecer pronto, que lo haría una vez que volviera a acostumbrarse, pero ¿Ahora qué?

— Kei ¿Estás cambiándote? — el rubio alzó rápidamente la cabeza en dirección a la puerta y se mordió el labio inferior — ¿Puedo entrar?

— ¿Puedes...? — retrocedió hacía el interior del cuarto de baño, preocupado por su propio aspecto, por lo que su hermano podía pensar — Si, solo espera un momento...voy a salir pronto.

Cerró la puerta y, al mismo tiempo, escuchó el sonido de la principal abrirse y cerrarse — ¿Todo está bien? ¿Te quedaste dormido?

— No, solo...solo un momento — apoyó ambas manos sobre el lavabo y se humedeció el rostro con un poco de agua fría, salpicando hasta que su cabello también se humedeció. No estaba esperando que su aspecto mejorara drásticamente con eso, sin embargo esperaba que al menos esa desagradable sensación de náuseas desapareciera de una vez, para aliviar la sensación de mareo sin sentido que lo había hecho sentir tan extraño.

Se humedeció también la nuca. No quiso prestar atención a lo fría que su piel parecía y trató de respirar un poco, de sostener su estómago, a las náuseas que casi lo llevaron a tener una nueva ronda de arcadas y abandonó el cuarto de baño, limpiándose los restos de agua con una pequeña toalla.

— Lo lamento, creo que esta mañana ha sido...

— ¿Estás bien? — preguntó rápidamente Akiteru, antes de que pudiera terminar de hablar. Se acercó a él y le apoyó una mano sobre el rostro, Kei ni siquiera fue capaz de apartarse, sus movimientos eran lentos, su cuerpo se había vuelto torpe y no tenía la confianza suficiente para hacer cualquier movimiento brusco por temor a hacerlo peor — Tu rostro ¡Tu piel está muy fría!

The Only One [Omegaverse]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora