Capítulo 1

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Largas sombras se proyectaban tras cada violento estallido en los cielos, matices plata y azules descomponiéndose en apagados colores en medio de aquella densa capa de nubes de tormenta. Uno tras otro, en un golpe despiadado que retumbaba la tierra, como latigazos. Incesante, cruel, feroz. Lágrimas negras impactando contra el cristal, derramándose como brea espesa, pintando su mundo de un profundo y podrido oscuro, hundiéndolo hacia un abismo sin fondo, dónde la promesa del tormento eterno lo esperaba...donde el silencio eran esos sollozos que no podía ahogar, eran lágrimas tan frías y amargas como las emociones enterrándose en su pecho, eran ese dolor.

— Delicioso...apretado ¿Te gusta? Dime qué te gusta...— desagradable, la peste corrupta del alcohol, lujuria podrida derramándose sobre su piel, en cada áspera caricia, en cada golpe y embiste. Era tan enfermo, tan desagradable, tan humillante...tanto que ansió arrancarse la piel — Increíble — Tsukishima apretó los párpados, sangre brotaba de dónde sus dientes alguna vez mordieron desesperadamente, la mirada perdida en algún punto de ese oscuro cielo, tan ausente como sus emociones, como el vacío de su alma, como su conciencia...y aun así, no podía ser más consiente del desagradable hombre que derramaba un insano deseo carnal sobre su cuerpo.

Sin fuerza, sin una sola pizca me energía, con el cuerpo tumbado sobre ese frío escritorio de pesada madera y sin voluntad, la mente de Tsukishima divagó hacía un mundo más allá de su frustración, de la impotencia, de ese algo en sí mismo que se rompían lentamente. Perdido, desesperado. Emitió un jadeo, no podía detenerlo, como un eco solitario en lo más profundo de su mente, no llegaba a él. Ausente, suspendido, difuso, su cuerpo como el de una marioneta. Agitándose, retorciéndose, temblando.

Había una tormenta terrible ahí afuera, iba a tener mucho trabajo que hacer mañana. Tendría que levantarse más temprano de lo normal para encargarse de las hojas y cualquiera estrago que el viento hubiera causado. No estaba seguro de que hubiera cerrado el almacén, iba a ser un problema si no lo había hecho. Más trabajo a su lista de deberes ¿Qué día era hoy? Pasaba de la media noche por lo que podía decir que ya era viernes. También tendría que encargarse de toda la cristalería, la vajilla de plata requería un cuidado más especial. Los amos de la residencia estaban esperando visitas para este fin de semana, había comprobado las habitaciones de huéspedes antes, pero tendría que corroborar que todo estuviera en orden otra vez. Se trataba de personas muy importantes, tenía que ser perfecto.

¿Había algo más por hacer? No estaba seguro, pero debía haber algo ¿Verdad? Lo que fuera, cualquier cosa que pudiera mantener su mente ocupada de esa tortura. Por favor. Rápido. Necesitaba pensar. Apretó los párpados. Sollozó. Dolor. Tenía que pensar, tenía que hacerlo con más fuerza o no podría soportarlo. Estaba llegando a su límite, lo consumía la desesperación. Solo quería que terminara, quería despertar...solo quería despertar de esta pesadilla.

*****

— Kei...— el rubio frunció el ceño y apretó los puños sobre su regazo ¿Qué era esa voz? ¿Qué era ese sonido? — Kei, despierta...— gruñó, agitó la cabeza y volvió a fruncir el ceño "despierta" ¿Dónde estaba? Tenía ganas de escapar ¿De qué se trataba esa angustia? No desaparecía, se enterraba en su pecho — Kei, llegamos ¿Podrías abrir los ojos, por favor? Estoy aquí — calor alejando el frío, sobre su rostro, derramándose gentilmente sobre su piel, devolvía la calma, remitiéndola al sitio oscuro dónde esperaba su regreso, a ese mundo enterrado, al dolor, al temor que siempre estaba ahí — Hola ¿Estabas teniendo una pesadilla?

The Only One [Omegaverse]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora