Epilogo.

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Serkan y Eda se preparaban para otra de sus citas, desde que Eda había regresado Serkan se encargo de cuidarla, mimarla e intentar por todos los medios que se olvidara de ese fragmento de su vida tan amargo que había pasado por su culpa.

Habían salido, tenido citas como decía Eda. La había llevado al mejor restaurante, habían sacado a pasear a Sirius, habían cocinado juntos, habían dado otro paseo en yate y habían vuelto a la cabaña en las montañas donde después de largos y duros meses se fundieron el uno en el otro, mostrando cuanto se seguían amando a pesar de todo.

Eda al principio había tenido sus dudas con respecto a los sentimientos confusos de Serkan pero el le había aclarado que como la primera vez que se enamoro de ella, esta vez era igual, solo ella ocupaba su corazón y Selin era solamente (como ella misma había dicho) un refugio por ser lo conocido.

Así fue como llegaron a este momento, después de muchas salidas Serkan tenía una sorpresa preparada y por eso estaba tan ansioso, inquieto, nervioso por lo que iba a ser ya que de verdad no sabía que esperar de su hada.

Y Eda estaba igual, sentía que algo pasaba, lo intuía pero no estaba segura y por eso se arreglaba para aquel hombre que en estas últimas semanas la lleno de detalles con tal de demostrarle que ella era la unica para el. Y como Eda podía resistirse a eso, como podía resistirse después de haberse entregado otra vez a él.

Los dos habían quedado de cenar en el departamento de Serkan, él mismo iba a cocinar.
Por suerte no estaban ni Melo ni su tía en casa, porque la primera la iba a poner más nerviosa hablando de sus suposiciones sobre su perfecto cuñado y la segunda la iba a llenar de ideas miedosas sobre no volver a confiar en un Bolat y cosas así.

Serkan estaba terminando de preparar todo, la cena sería en la terraza, con las estrellas como testigos, con un camino lleno de velas para indicarle a Eda a donde ir.
Serkan no podía creer en lo que se podía transformar por esa mujer, por su Eda, su hada del bosque, su estrella. Ella era tan perfecta con sus imperfecciones y Serkan se había prometido no volver a causarle un dolor semejante otra vez, ella no lo merecía y él sufría con su dolor.
Estaba terminando de colocar los platos sobre la mesa en el momento en el que escucho los golpes en la puerta sobresaltandolo. El espero en la cocina hasta que escucho a Eda girar el picaporte.

Por su parte Eda no podia estar más que embelesada con lo que veía, el departamento estaba solo iluminado con la luz de las velas, un rastro de ellas la guiaba hacia la terraza donde se podía ver una mesa con dos sillas, claramente cenarian a la luz de la luna.
Eso hizo sonreír a Eda, volviendo en los pequeños pasos que había dado, dejo su campera en el perchero al igual que su cartera.
Se acercó hasta la puerta de la terraza pero no quería salir, no sin que el la recibiera y fue así que sonrió cuando lo sintió detrás suyo.

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