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El castillo, literalmente, seguía en llamas.

Cada minuto o segundo que pasaba; se escuchaban gritos, maldiciones, lloriqueos, plegarias, y muchas cosas más.

Ver a Draco tirado en medio del Gran comedor, alrededor de tanta gente muerte y herida... me daban ganas de suicidarme.

No podía imaginarme una vida sin él, no quería una vida sin él.

Draco seguía con los ojos cerrados, tenia la respiración tranquila.

Lleve mi mano a su cara, acariciando su mejilla con suavidad.

— ¿Antonella? — la voz de Theodore llego a mis oídos.

Me volteé a verlo.— ¿Si, Theo? — me quité las lágrimas sobre mis mejillas.

— ¿Tú... estás bien?

— Lo estoy. ¿Tú?

— Yo sí... pero...— hizo una pausa.

— ¿Pero?

— Nella...

— Theo, ¿puedes decirme qué carajos está pasando?

— Es nuestro padre.

— ¿Qué con él? — mi ceño se frunció levemente, mi expresión era de completa curiosidad.

— Él... ha muerto. Está muerto, Nella. Nos quedamos solos, estamos solos.

Me aproxime a Theo, envolviéndolo en mis brazos, él reaccionó y me abrazo.— Debemos unirnos a ellos.— susurré.

— ¿A ellos?

— A la Orden.

— ¿Sigues con eso?

Me separé de Theo, viéndolo a los ojos.— Debemos hacerlo.

— ¡No, joder! — dijo Theo, susurrando —. ¡Los Mortifagos nos matarán!

— ¿Y si ellos mueren?

— Antonella... no sabemos lo qué pasará. Solamente sé, que los Mortifagos están usando magia oscura, y la Orden no... ¿Sabes lo qué significa, cierto?

Asentí con la cabeza.— Eso no importa, Theo... Si muero, no quiero morir como la mala.

— ¿La mala? — una leve risa sarcástica abandonó sus labios —. No existen los malos y los buenos.

— ¿En serio? ¿Los Mortifagos no son malos?

— Antonella...

— Mira, Theo... lo siento, pero realmente no quiero pertenecer a ese equipo de personas... nunca lo quise. Y si muero, quiero estar en el lado correcto, en el lado que deseó.

— ¿Y papá?

Desvíe la mirada. Me duele...pero odio admitir que en el fondo hay una chispa de alivio... Él ya no seguirá maltratandonos... ya no más maldiciones, ya no más dolor.— Él cambio mucho desde que madre murio.— es lo único que logro decir.

Miré a Theo de reojo. Él asintió y me colocó su mano sobre mi hombro, dándole un pequeño apretón.— Te seguiré a donde vayas...— dijo por fin.

Permanecí mirando al vacío, observando como el Gran comedor se llenaba de más magos y brujas, pequeñas, grandes y mayores, hasta que, de pronto, una voz aguda y fría sonó tan cerca de todos nosotros. Reaccione rápidamente y el corazón se me aceleró, pues creí que Voldemort había entrado ahí.

La voz del Señor Tenebroso retumbaba en las paredes y el suelo, entonces comprendí que estaba hablando a la gente que había en Hogwarts y a la que vivía en la zona circundante al colegio, de manera que los vecinos de Hogsmeade y todos los que todavía luchaban en el castillo debían de estar oyéndola como si él estuviera a su lado, echándoles el aliento en la nuca, a punto de asestarles en un golpe mortal.

¿Solamente amigos? (Draco Malfoy) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora