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A la mañana siguiente todos estábamos abajo. Al decir todos me refiero a Theo, Blaise, yo y Draco.

Vestidos completamente de negro, con la expresión más fea y triste que alguna vez hayamos tenido.

Nadie hablaba, nadie decía nada. Lo único que se escuchaba eran nuestras respiraciones.

Donatella significó para todos algo diferente.

Para Theo su amiga novia y acompañante. Tal vez el amor de su vida...

Para Blaise su amiga de bromas y chistes.

Para Draco una amiga en secreto.

Y para mi... Mi única y mejor amiga.

Donatella era algo más... Ella era realmente especial.

— Entonces... eh, ¿a las cinco? — habló Theo.

— Si — asentí —. La carta dice que a las cinco en punto.

— Bien. A las cinco.

Trate de ayudar a los Elfos a preparar el desayuno, pero nadie tenía apetito. El desayuno quedó intacto sobre la mesa, sin tocar.

Theo al final se marchó de nuevo a su habitación, tenia lágrimas sobre los ojos, tratando de ocultarlas.

Blaise se quedo en la sala sin decir nada, mirando al vacío.

Y Draco hablaba hasta por los codos, tratando tal vez de darme ánimos.

— Ella está en un lugar mejor, sabes.

— Si, Draco.

— Ya no sentirá más dolor, ni miedo, nada... Ella ahora está bien, está mejor que todos nosotros.

— Si, Draco.— repetí.

— Sé que es duro, Nella... Pero estoy seguro que a Tella no le gustaría verte así.

— Lo sé.

— Sé que era tu única amiga, pero me tienes a mi. Yo no te abandonaré, ni te dejaré nunca.— cogio mi mano, y dejó un beso sobre mis nudillos.

— Gracias.

Draco se acercó más a mi, sus manos sobre mis caderas. Su cara a unos pocos centímetros de la mía.— Te amo, Nott. Superaremos esto juntos.— beso mis labios, para después abrazarme.

— Te amo, Draco.

Eran las 4:45 cuando decidimos irnos, y aparecer en la dirección donde la familia Lestrange nos habían enviado en la mañana.

El día estaba triste, nublado y frío.

Habían muchos magos y brujas que no me eran conocidos. Tal vez familia de Tella. Ni siquiera conocía a su padre... Era algo raro estar aquí, pero lo hacía por ella. Por mi única amiga.

Theo estaba con la cabeza gacha, y los puños cerrados. Blaise tenia la expresión vacía.

Draco me tenia pegada a su cuerpo; mientras nos adentrábamos más al lugar.

Una señora con joroba, muchas canas y arrugas se acercó a nosotros. (Tenía entendido que su madre estaba muerta, y ella estaba al cuidado de su padre) tal vez era su Nana.

— Ustedes deben ser...— dejó las palabras al aire.

Le tendí una mano y me presenté.— Hola. Yo soy Antonella Nott, él es mi hermano Theodore Nott — señale a Theo — él es Draco Malfoy — señale a Draco, y por último a Blaise —. Y él es Blaise Zabini.

— Un gusto conocerlos a todos... Tella me hablaba mucho de ustedes cuando volvía a casa.

— Usted debe ser su Nana.

— Así es, querida. Gertrudis Jones. He criado a Donatella... Ella era una niña muy especial.— la anciana se le llenaron los ojos de lágrimas. Por un instante bajo la mirada y se pasó los dedos por sus mejillas.

— Si... Tella era muy especial.— Estuve de acuerdo con la Sra —. Mi más sentido pésame.

La vieja bruja nos sonrió, y se hizo a un lado invitándonos a pasar más a fondo.

El ambiente era lúgubre. No había demasiada luz, sólo algunas velas alumbrando el lugar. En el fondo al centro había un ataúd negro, cerrado.

Theo comenzó a caminar hacia el y se quedó mirándolo fijamente. Mientras se pasaba las manos por la cara, pareciendo frustrado. Dejó salir un grito ahogado, y después comenzó a sollozar.

Corrí hacia él, abrazándolo por detrás.

— Theo, calma.— susurré en su oído.

— Ella... ella era el amor de mi vida, Antonella. Nunca había amado a nadie, a nadie.

— Lo sé, Theo.

— No pude decirle que la amo, no pude decírselo... Ella... ella se fue sin saberlo.

Magos y brujas voltearon a ver la escena, algunos con lágrimas sobre las mejillas, otros sorprendidos.

-

Y así pasamos mitad de la tarde y de la noche... Velando a la pequeña Donatella Lestrange. Junto a sus familiares.

Habían abierto el ataúd, nadie quiso acercarse, ni siquiera Theo. Él dijo «prefiero recordarla como era antes, no quiero tener una imagen de ella muerta en mis recuerdos.» Y estaba completamente de acuerdo con él. Ni yo quería tener una imagen de ella muerta en mi memoria, la quería recordar como era ella... Feliz, alegre.

Theo se desplomó por completo, y no paraba de llorar.

Al llegar a casa él volvió a encerrarse en su habitación, y Blaise volvió a su casa.

— Draco... no tienes que quedarte, puedes irte.

— No quiero dejarte sola.— respondio.

— Estaré bien.

— Me da igual. No quiero dejarte sola.

Y Draco se quedo. Subimos a mi habitación, dejándonos caer sobre mi cama, mirándonos fijamente a los ojos, mientras Draco decidía juntar nuestros labios en un tierno y dulce beso.

— Siempre tuyo, siempre mía, siempre nuestros.— susurró sobre mis labios.

— Siempre.— volvi a besarlo.

Draco se cernió suavemente sobre mi, sin separar nuestros labios. Bajando a mi cuello, dejando pequeños besos sobre éste. Dejando al desnudo mis hombros, y besándolos también.

Su mano serpenteo por todo mi cuerpo, llegando al límite de mi vestido metiendo su mano fría y suave debajo, encontrando mis panties sin ningún problema. Haciendo algunos pequeños movimientos circulares sobre mi clitoris aún vestido. Gemi en respuesta.

— Te amo.— pronunció con lentitud.

— Yo más.— respondí sin aliento.

———

Buenas buenas, dos capitulos no muy largos, pero algo es algo.

No olviden pasarse por mi otra historia :) en algunos días estaré actualizándola.

Las amo, un besito. Xoxo

¿Solamente amigos? (Draco Malfoy) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora