33. "-No necesito tu ayuda."

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Narra Chad Adams

Cerré mis ojos, al fin la paz y la tranquilidad reinaban en esta casa. Mamá horneaba un pastel que olía a gloria y papá estaba en su oficina. Nathan había salido con unos amigos de la universidad y Kendall… había desaparecido de la faz de la tierra.

Yo ya había terminado mis deberes y los de las semanas que seguían y por fin estaba libre.

Se sentía un poco raro el silencio a estas horas, sin Kendall y sin Nath… Pero da igual, talvez mañana a esta hora no vuelva a tener la misma paz, así que mejor aprovechar.

Escuché unos pasos rápidos y fuertes por el pasillo y luego a alguien lanzar una puerta, cerrándola con fuerza. Luego una música empezó a escucharse.

Suspiré y me puse de pie. Me despedí de mi cama y salí de mi habitación, para luego notar que el sonido venía de la habitación de Kendall.

Rodé los ojos y caminé hasta allí. Toqué la puerta un par de veces, pero fue inútil. Así que la abrí y encontré a Kendall bailando sin camisa.

Sentí ganas de varias cosas:

Primero, de grabarlo y colgarlo en Youtube. Segundo, golpearlo hasta que dejara de convul... es decir, bailar. Y tercero, cerrar mis ojos y rezar por su alma.

Pero en vez de eso, me acerqué al equipo de música y lo apagué, provocando que Kendall se volteara y abriera sus ojos como platos. Su rostro se coloró rojo y reí fuertemente.

—¿Qué estabas hac...?

—No preguntes.–me interrumpió y reí.

—Bien, bien...–alzé mis manos en rendición– Entonces tus convulciones... digo, tu baile... ¿es porque estás feliz por algo?–alzé una ceja.

Le iba a sacar la información necesaria para confirmar mis sospechas.

—Por nada, solo...–sonrió y echó su cabeza hacia atrás, para luego cerrar sus ojos y suspirar.

Sospechas en aumento.

—¿Sólo...?–continué– ¿Kendall?

—¿Qué?–me miró y negué.

—No, te preguntaba por Kendall, la que te gusta.

—Ah, ¿qué pasa con...?–se detuvo– No me gusta.–reí fuertemente– Me atráe, lo que es diferente.–abrí mis ojos como platos.

—¡¿Le dijiste que le atraías?!–exclamé y asintió dudoso– ¿Sabes la distancia que hay entre gustar y atraér? ¡Casi ninguna! ¡Te gusta Kendall!–grité emocionado.

—¡Que no, ya cállate! Si mamá o papá escuchan algo de eso, me matarán.–se sentó en su cama– Por cierto, ¿fuiste tú el que le dijo a mamá que salí con Kendall?–me alzé de hombros.

—Puede que sí, puede que no.–sonreí.

—Eres un maldito.–murmuró negando con la cabeza.

—Soy un ángel.–sonreí– Bien, pero no nos desviémos del tema. ¿Cómo reaccionó ella?

—¿En serio, Chad?–asentí y bufó– Bien pues... creí que se reiría de mi, pero no lo hizo. Creo que más bien estaba sorprendida.

Y no era la única.

—Es que alguien como tú nunca dice cosas así. ¿Quién no se sorprendería?–me miró mal y reí fuertemente.

—Y creo que yo también le atraigo. Pero también creo que en realidad sería como estúpido porque ella es demasiado lista para siquiera pensar en un...

Kendall y KendallDonde viven las historias. Descúbrelo ahora