24. "-¿Te gusta?"

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Luego de varias risas durante el camino, llegamos a mi casa.

Bajé del auto y me despedí de él con un simple movimiento de mano, para luego caminar a la entrada de mi casa. Busqué las llaves de mi casa y entré, para luego cerrar la puerta atrás de mi.

—¡Kendall!–volteé hacia la sala y allí estaban mis padres mirando a la televisión, excepto mamá, que me miraba molesta– ¿Qué son estas horas de llegar? ¡Son las 10!

Wow, ¿eran las 10 de la noche? Había pasado tanto, que ni siquiera me había preocupado por la hora.

—Yo me... me equivoqué de bus y luego me encontré a un amigo que me trajo de vuelta a casa.–mentí, no les iba a decir que Kendall me llevó a no sé dónde y hasta ahora me trajo.

—No te creo.–dijo sencillamente.

—Pues no lo hagas, es tu problema, no el mío.–alzé mis hombros y me volteé para subir las escaleras a mi habitación.

—¡Kendall!–gritó mamá– Soy tu madre y merezco respeto de tu parte.–me giré cuando iba por la mitad de las escaleras y la encontré al pie de éstas.

Luego mi padre se acercó a ella y puso su mano en su hombro.

—Dejen de pelear–dijo tranquilo–, ¿sí? Ve a tu habitación Kendall, si quieres comer algo, tu cena está en el horno.-suavemente empujó a mi mamá hasta la sala de televisión otra vez.

—Gracias papá.–dicho esto, me volteé para seguir subiendo las escaleras. Al llegar a la punta, oí el timbre de casa sonar. Ese timbre nunca sonaba, sólo si alguien que no viniera muy seguido estuviera llamando.

—¡Yo abro!–escuché a papá decir.

Entré a mi habitación y lanzé mi mochila al suelo y luego me lanzé en mi cama boca abajo. Hoy había sido un día muy diferente. Distinto.

Yo no le gustaba a Kendall. Era estúpido y muy inútil, no Kendall, sino el hecho de que "yo le gustaba". En 2 semanas que llevo ahora en esta escuela, había aprendido que simplemente Kendall Adams no era amigo del amor... o de algo similar.

Así que seguramente sería mentira.

Cerré mis ojos y los volví a abrir en el momento en el que escuché un golpe en madera. Miré hacia la puerta y encontré a Kendall en la puerta de mi habitación.

Me levanté de mi cama y miré a Kendall con el ceño fruncido.

—¿Qué haces aquí?–me acerqué a él para evitar que entrara a mi habitación.

—Olvidaste tu celular en mi auto.–lo sacó y me lo mostró.

—Gracias.–estiré mi mano para tomarlo, pero él lo alejó de mi alcanze. No otra vez– No te pagaré por haber traído mi celular.–dije seria.

—Te pediré solo dos cosas y con eso habrás pagado todos los favores que te he dado.

Lo pensé y sonaba justo. Dejaría de molestarme con eso de los favores y sería libre de pagarle. Sólo quería dos cosas y me devolvería mi celular.

—Bien, ¿que quieres?–sonrió.

—Primero que todo, quiero tu número.–alzé una ceja.

—¿Mi número?–asintió– ¿Para qué quieres mi número?

—Para molestarte.–suspiré y accedí. Por lo menos no me estaba pidiendo un baile erótico. Me adentré a mi habitación y tomé un papel y un lapicero de mi escritorio para empezar a antor mi número telefónico. Al terminar, puse el lapicero en su lugar y me giré para darle el papel, pero al hacerlo, noté que la puerta estaba cerrada y Kendall estaba del otro lado de mi habitación, viendo las fotografías que estaban en la pared.

Kendall y KendallDonde viven las historias. Descúbrelo ahora