Capítulo VI

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Camino hacia las caballerizas de la hacienda y sonrío, Anastasia ha venido a cambiar mi vida más de lo que imaginaba, hoy cumplimos dos meses juntos y todo ha sido mejor de lo que esperaba. Mi caballo ya está listo por lo que lo monto y me dirijo hacia el rio. Mi mente se pone a imaginar a Ana aquí en la hacienda ya siendo mi esposa y esperando a nuestro hijo. Sonrío como un tonto, se que tarde o temprano eso va hacer así. Ana va hacer mi esposa, la señora Grey y todo esto va hacer de ella y de nuestros hijos. Llego al río y observo que Ana aún no llega, bajo del caballo y lo amarro a un árbol, en lo que llega Ana decido caminar por la orilla del río. Ahora entiendo a mi abuelo cuando decía que llegaría alguien que no solo te movería el piso, sino que te haría ver la vida y sobre todo el amor de manera distinta, con quien querrías todo lo que con nunca nadie imaginaste. Mi abuelo, nunca pudo estar cerca del amor de su vida.

—¿En que piensas? —mis pensamientos son cortados por esa voz que me llena el alma, ese olor que me reconforta y me hace sentir tranquilo, sonrío se perfectamente de quien es. Ana me rodea por la espalda y recarga su cara en ella, me gusta que sé que este grabado mi olor—. Me encanta como hueles.

—Y a mi me encantas toda tu —la tomo de las manos que están entrelazadas en mi cintura y la giro para encontrarme cara a cara con ella. Me da una de sus sonrisas que me derrite el corazón por completo—. Que bien se ve señorita Steele.

La observo de arriba abajo y lleva jeans, una blusa de cuadros y botas.

—Es que me arregle para mi novio que me dijo que me iba a ver aquí y aún no llega.

Se muerde el labio y eso provoca una gran reacción en mí, trato de recomponerme y ella se da cuenta del efecto provocado y sonríe con satisfacción.

—Que afortunado debe de ser su novio al tener a una mujer tan bonita como usted, pero yo me pregunto porque la deja tan sola y con un tipo como yo —le doy una sonrisa provocadora y noto como su respiración cambia, si Steele ese es el efecto que también provoco.

—Y si usted y yo nos divertimos un rato en lo que el llega —me da una mirada sensual y acerca sus labios a los míos— ¿Qué dice? ¿Se arriesga a correr el riesgo?

—Por supuesto, aunque sea hombre muerto —la tomo del cuello y acerco sus labios a los míos, esto es la gloria y nunca quiero que termine.

Le voy desabrochando los botones de su camisa y ella hace lo propio con mi camisa, sus manos bajan por mi pecho hasta llegar a mi cinturón, lo desabrocha al igual que el pantalón con una sensualidad que me enloquece. Mis pantalones caen y quedo en bóxer, se lame los labios y yo hago lo propio con sus pantalones, la observo y solo queda con su bonito encaje color beige. Se lo quito lentamente y queda ante mi como me fascina.

—Te voy hacer mía —le susurro en su oído y ella sonríe.

—Eso si me dejo —se escapa de mi y se hecha a correr hacia el rio, sonrío y niego, me quito el bóxer, acomodo nuestras cosas y corro tras de ella, la observo nadar y lo hace estupendamente bien. Sin que se de cuenta me sumerjo y nado hasta ella la atrapo por sorpresa y ella chilla.

—Que mala es señorita Ana, mire que dejarme en la orilla del rio medio desnudo, pudieron haberme robado.

—Si lo hacen esa persona no lo va a contar, te lo aseguro —la beso y ella se sujeta de mí, la llevo a la orilla y ahí la hago mía. Escucho sus gemidos en mi oreja y eso es un deleite para mí, quiero estar siempre así. Cuando siento que va a llegar me detengo ella chilla, pero quiero disfrutar esto, es de nosotros y no quiero que nada ni nadie nos quite este momento.

—Te amo —siento como flaquea y la sostengo para que no se caiga, sus manos viajan por mi cabello, beso su cuello— dime que esto que estamos viviendo es verdad y no solo es un sueño mío.

Prometo no olvidarteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora