Capítulo XLIII

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Christian

Poco a poco me despierto, pequeños rayos de sol se asoman por las ventanas. Miro a mi alrededor y todo está desordenado, Ana duerme profundamente sobre mi pecho, sus labios están entreabiertos, su respiración es pausada. Le acaricio el cabello lentamente, ayer tuvimos una noche estupenda que termino cansada, esto lo desee por años y por fin se nos volvió a dar. Estudio sus facciones, son tan delicadas, pero a la vez maduras, debo de reconocer que los años le sentaron muy bien.

Sus delicados y largos dedos están sobre mi pecho, algo en particular llama mi atención, en su dedo anular izquierdo descansa un anillo. Ese anillo pronto será remplazado por uno mío.

A mi cabeza de nuevo vienen esas palabras que pronunció antes de que nos entregaremos de nuevo.

Estiro mi mano hasta el buro, tomo mi celular y lo veo, tengo varias llamadas perdidas de Gia, pongo los ojos en blanco. Le escribo rápido a mi mamá para saber si ya tienen a Chris con ellos, no me siento seguro que mi hijo este en la casa de los Steele.

Ana se remueve poco a poco, termino de mandar el mensaje y dejo mi celular.

Flashback

–Ni siquiera que Jack estuvo conmigo íntimamente.

Dejo de recorrer su piel con mis manos y la dejo de besar, esto no me lo esperaba. No sé qué decirle.

–¿Que? –es lo único que sale de mi garganta.

–Como lo oíste, me entregue a Jack.

–Pero... ¿por qué? – me alejo de él, veo como mi actitud la descompone, pero más lo estoy yo. Si llegue a imaginar, pero nunca a saber que en realidad entre ellos si había pasado algo más que besos.

–Tú te habías casado y yo necesitaba estar con alguien, me sentía sola y como esposa debía de cumplir, no toda la culpa es de Jack, pero llego un momento en que necesitaba el calor de alguien, él quería y se dio, no voy a decirte que fue forzado porque no.

El saber que ella lo deseo me hace querer matar a Jack, ¿¡Cómo se atrevió a ponerle las manos encima?! También lo hiciste tu Christian –mi subconsciente me reprocha. Ella me mira y veo como su mirada es de dolor, sé que me estoy comportando como un imbécil por lo que decido dejar de actuar como un hombre despechado.

–¿Cuántas veces paso?

–Dos, la primera fue después de dos años, yo había entendido que tu habías hecho tu vida y yo merecía hacer la mía.

Trago hondo, no me queda nada más que hacer más que iniciar de nuevo y borrar todas esas caricias de su piel, solo asiento, por fin me decido hablar.

–Yo no soy quien, para reprocharte, sé que en su momento lo hiciste porque así fueron las circunstancias, al igual yo tuve relaciones con Gia, debí de suponer que eso iba a pasar. Pero eso ya no importa a pesar de todo te amo y esto no hará que cambie de opinión lo que siento por ti, tu vales más que tu simple cuerpo o lo que me puedas dar sexualmente, vales por lo que eres, por como piensas y porque te has robado mi corazón, porque a pesar de que han pasado años mi corazón sigue palpitando de la misma manera como el primer día que te conocí. No me importa si estuviste con Jack, o con cientos hombres más, ni me hubiera importado si antes de mi otro hubiera estado contigo, me importa esto que sentimos y que nadie ha logrado romper. No solo quiero sexo, quiero hacerte el amor todos los días que resten de mi vida.

Me da una mirada de tristeza y veo como sus ojos se empiezan a llenar de lágrimas, tímidamente se acerca a mí y me abraza. Yo hago lo propio y le devuelvo el abrazo, no quiero que se sienta sola o desprotegida, ya suficiente tiene con todo esto como para que yo haga una escena de celos.

Prometo no olvidarteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora