Capítulo VII

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Christian 

Ya estamos a punto de llegar a la hacienda de Ana, vamos en silencio, pero es uno cómodo, su mano se aferra a mi brazo y ese calor me gusta y me provoca mil sensaciones de querer tenerla de nuevo. Al llegar nos colocamos de frente y la beso dulcemente, en verdad quisiera quedarme así por siempre. Nos separamos y sonríe.

—Me gusto lo de hoy, quiero que sea así siempre.

—Igual a mí, quiero más días como hoy —me da un beso— Ana —le susurro y ella me mira— quiero conocer a tus papás.

Es algo que ya quería decir desde hace tiempo, creo que ya es justo que tanto ella como yo conozcamos a nuestros padres. Siento bajo mi piel como se tensa, y deja de mirarme.

—No es mala idea —susurra, sujeto su cara entre mis manos y la miro.

—¿Sucede algo? —ella de inmediato niega— entonces porque te pusiste tan tensa, incluso distante.

Se separa de mí y toma la canasta que está en mis manos. —Son ideas tuyas— mira a otro lado que no sea yo, sé que algo me oculta.

—Te conozco Ana, ¿Qué pasa, dime? —la sujeto con un poco de fuerza, me mira y sonríe, pero no es la sonrisa que siempre me gusta ver.

—No pasa nada, en serio —mira hacia el cielo—, ya es tarde es mejor que te vayas antes de que anochezca.

Me enfada su respuesta, eso no es lo que esperaba—. No me voy a ir hasta que tú no me des una explicación, cuando te mencione lo de conocer a tus papás de inmediato te pusiste tensa.

—Que no sucede nada Christian.

—Eso no es una respuesta Ana —me mira, pero no menciona nada, después de un largo silencio incomodo habla— sabes que me puedes decir lo que sea, no importa si es lo más mínimo, pero quiero saber qué es lo que realmente pasa.

—Christian ¿no crees que es muy rápido? —la miro sin poder creer lo que dice, ella no me mira y eso provoca que más me moleste, ¿rápido? Ya llevamos bastante tiempo juntos, ya es hora de que establezcamos más nuestra relación.

—No Anastasia —trato de hacer que mi tono de voz no suene fuerte—. Ya es momento de que ambos conozcamos a nuestras familias, o acaso ¿sientes vergüenza de mí? —una idea de inmediato cruza en mi mente— o es que hay alguien más —esa idea de inmediato me lastima. Ella me mira sorprendida y de inmediato niega, suelta la canasta de sus manos y las lleva a mi rostro.

—¡Claro que no! Como se te ocurre pensar eso, jamás lo haría —se silencia— lo que pasa es que no sé, todo esto.

—Está bien, ya lo tengo claro.

Me giro y camino sin mirar atrás. Anastasia me grita, pero no me detengo. ¿más tiempo? Dios estoy tan enamorado que si por mi fuera mañana mismo me caso con ella. Me subo al caballo y galopea a toda velocidad, necesito estar lejos de aquí porque si no voy a decir algo de lo que después me pueda arrepentir, me dirijo a la hacienda.

Necesito una ducha con agua fría para que todo este coraje que traigo se vaya. Al llegar a las caballerizas dejo el caballo y camino hacia la entrada de la casa. Al entrar de inmediato escucho voces en la sala, me dirijo a ella y esta la persona que menos quisiera ver en estos momentos.

—¡Christian! —Gia vitorea con su tono tan chillón, no soporto su voz en estos momentos, se acerca a mí y me abraza, de reojo puede ver a mi madre sonreír.

—Hijo, Gia vino a verte y pues como no estabas la invite a tomar un café para que te esperara —Gia le sonríe a mi madre y yo pongo los ojos en blanco— por cierto ¿Dónde estuviste todo el día?

No le contesto nada a mi madre y de inmediato miro a Gia quien no ha dejado de abrazarme.

—¿Qué haces aquí Gia? —ella se aleja de mí y me mira confundida.

—Ya te lo dijo Grace —mi madre al igual que Gia me miran confundidas y sorprendidas por la manera en que hable— hace tiempo que ya no nos vemos, ni me hablas ni nada, me tienes abandonada —hace un puchero y yo trato de controlar mi molestia.

Mi madre me da una mirada de negación, yo cierro los ojos y suspiro sé que con ellas dos juntas no voy a poder. Así que decido hacer lo más prudente y eso es hablar con Gia a solas, aunque este que me lleva la fregada.

—Si lo sé, ya lo escuché, pero... —en eso mi madre nos interrumpe.

—Gia hija, te quedas en tu casa, yo los dejo solos para que hablen.

Observamos a mi madre marchar, tomo a Gia del brazo y camino con ella hacia la entrada de la casa para que nadie nos escuche, ella suelta un quejido, pero no me detengo.

—Christian que pasa —chilla—me estas lastimando.

No menciono nada, camino con ella hasta que llego a la fuente. Observo a mi alrededor para ver si no hay alguien, y en efecto estamos completamente solos.

Miro a Gia y me hace una cara de diversión y puedo notar deseo, ese que siempre me da cuando nos entregamos a la pasión, dejo de ver su cara para ver la imagen de Ana. De inmediato borro las imágenes del rio y me concentro en Gia.

—¿Qué quieres Gia? —la suelto y ella gime y se lleva su mano al lugar donde la tenía sujetada.

—Verte, hace mucho que ya ni siquiera me hablas y necesitaba verte.

—¿Para qué? —Ella lleva sus manos hacia mi cara y yo de inmediato me quito— dije que para qué.

—Christian te necesito, ¿no lo entiendes? —se lame sus labios, yo niego.

—Lo entiendo, pero ambos quedamos en algo y lo sabes muy bien, no tienes nada que hacer aquí porque hace tiempo que tú y yo terminamos.

—Porque tú lo decidiste así —me mira con rencor—, yo siempre te dije que no quería terminar lo nuestro, pero tú te empeñaste —veo como sus ojos se llenan de lágrimas.

—¡Es que entiende Gia, yo no te amo!

—Pero que paso... tu antes... —ella se calla y observo como empieza a llorar, no voy a negar que me duele verla así, el remordimiento se hace presente y la abrazo. Ella llora en mi pecho y de inmediato me acuerdo de Ana, así precisamente la deje, con lágrimas en los ojos, pero no me importo y ahora estoy aquí con Gia, consolándola.

No para de llorar y me siento una mierda por hacer esto, volteo a ver hacia la puerta y ahí está mi madre mirándome con una expresión de sorpresa, niega de inmediato, si madre Gia y yo hace tiempo que ya no estamos juntos.

—Eso yo no lo sabía —exclama molesta.

Gia se separa de mi y mira a mi madre aún con lágrimas en los ojos y con el maquillaje corrido.

—Porque yo nunca dije que esto se terminaba Grace, fue tu hijo que decidió echarlo todo por la borda sin darme ninguna explicación. Yo solo tenía que resignarme, pero no puedo porque yo lo amo, y tu lo sabes.

Cierro los ojos y suspiro con fuerza, en verdad para hacerse la victima Gia es una experta. Mi madre me da una mirada de desaprobación y se acerca de inmediato a ella, la abraza y Gia vuelve a llorar. No puedo dejar que esto siga así, las miro a ambas.

—Gia sabes muy bien que lo de nosotros ya no tiene solución, y a ti madre perdóname, pero no tengo porque darte explicaciones ya soy lo suficientemente mayor para tomar mis propias decisiones y esta es una.

—Hijo no es porque yo me entrometa, pero Gia te ama, además ya llevaban años de relación ¿Qué ha pasado?

—Nada madre, pero cuando ya no hay amor esto se vuelve insostenible.

Gia se aleja de mi madre y me mira a mi— ¡pero yo si te amo! Y lo sabes.

—Pero yo no —respondo serio— camino hacia la entrada de la puerta. Antes de entrar la pregunta de Gia me detiene.

—¿Hay otra verdad? —no la miro— ¿Quién es esa mujerzuela que me esta quitando tu amor? Ese silencio confirma todo.

No contesto y entro a la casa.

—¡CHRISTIAN! Voy a encontrar a esa maldita mujer, te lo juro.

Prometo no olvidarteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora