Capítulo II

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Reviso mis correos. Mi padre no deja de preguntarme cuando regreso a Seattle, si supiera que ya estoy aquí, suspiro, me recargo en el respaldo de la silla. Se que el compromiso con Jack es inevitable, pero desearía por lo menos tener una oportunidad para librarme de este.

Quiero muchísimo a Jack, pero no lo amo, no estoy dispuesta a casarme con un hombre solo porque mi padre así lo quiere y cree que es lo mejor para su empresa.

Termino de revisar mis pendientes y escucho mi estomago gruñir, creo necesito comer algo antes de que este vuelva a ser ese sonido. Sonrío. Me acerco al comedor y escucho a Raquel murmurar.

—¿Crees que pase lo de hace 30 años? —pregunta Vilma.

—Si, como me lo conto, hablaba de él con un brillo en los ojos. Y eso no puede pasar, no puede ocurrir otra vez, ya sus padres lo hicieron y no terminaron tan bien... si ellos se enamoran van a terminar en una desgracia.

Frunzo en ceño. ¿de que hablan? Estoy a punto de entrar cuando la voz de Vilma me interrumpe.

—¿Tienen una maldición?

—Se podría decir.

Mi estomago vuelve a gruñir, por lo que no aguanto más y entro.

—Huele delicioso —menciono mientras me acerco a la estufa donde están las cazuelas, Raquel me sonríe—. ¿de que hablaban Vilma y tú?

—En un momento esta señorita, de hecho, ya vamos a empezar a servir —toma unos platos y empieza a servir la comida—. Y hablábamos de mi sobrina —me da una sonrisa, asiento y camino hacia la puerta.

—Las espero en el comedor.

Salgo de ahí y veo que Mia ya viene. Me siento y me sirvo un vaso de agua.

—¿A dónde saliste Ana? —menciona mientras se sienta y se coloca una servilleta en las piernas.

La observo. Y la imagen de Christian y el beso regresan a mí. Cierro los ojos tratando de olvidar esa escena, no puedo estar pensando en ella a cada rato. Dejo mi vaso y suspiro.

—¿No está aquí Ethan? —ella me da una mirada acusadora— Sali a montar un rato. El día esta muy bonito y quise recordar mi niñez.

—¿Y qué tal están los viñedos? —me pregunta mientras se sirve un vaso de agua. La miro y omito la parte del beso.

—Bien, ya sabes los viñedos llenos como siempre, listos para su producción.

Da un trago mientras me mira—. ¿Y algún chico guapo? —me da una sonrisa coqueta, me muerdo el labio y niego de inmediato.

—No, ninguno.

Raquel y Vilma nos interrumpen y empiezan a servir. Eso hace que Mia deje de hacerme preguntas incomodas. Comemos en silencio, esto era lo que extrañaba, sentir la relajación que siento. Este es mi hogar del que no me quiero ir jamás.

—Una de las muchachas me comento que hay feria en el pueblo ¿Por qué no vamos un rato? —me pregunta mientras se lleva el ultimo bocado a la boca—. Sirve que nos distraemos un poco de todo lo que en unos días se viene con tu compromiso.

Me sonríe. Suelto un fuerte suspiro. Solo de pensar en eso me pone mal. Y si mejor enfrento a mi padre de una vez diciéndole que no me siento lista para casarme con Jack. Soy consciente de que ese momento va a llegar y entre más rápido lo haga será mejor para todos.

—Deja de recordármelo. Ya se que en unos días me voy a comprometer. Así que acepto, vamos al pueblo a dar una vuelta.

—Si —ella me da una grande sonrisa y aplaude. En ocasiones me sorprende el comportamiento de Mia.

Prometo no olvidarteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora