2) Shikadai

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Llegué a la escuela temprano.

Siempre llego temprano porque mama no mé da tregua para quedarme dormido. No, ni siquiera los fines de semana.

Bostece. De todas formas ya estaba acostumbrado.

Entre, tranquilo como de costumbre, y guardé mis manos en los bolsillos. Me senté en la segunda fila, la que da al extremo derecho. Siempre suelo sentarme lejos de las ventanas, pero porque esos puestos siempre se llenan de los primeros. Apoyé mi espalda en la pared y miré hacia atrás. Nunca había mucha gente a esa hora. Esta vez, conmigo unos tres. Con un codo sobre la mesa, y el otro sobre el respaldo de la silla tomé aire y me arme de paciencia para contemplar las ventanas de enfrente.

A pesar de que llego temprano, nunca vengo la primera semana de clases, así que nunca consigo sentarme cerca de las ventanas. Papá toma vacaciones tarde, porque no le gusta tomarlas antes... y mamá se acomoda para tomar las vacaciones con él. Siempre estamos fuera de la ciudad la primera semana de clases, por lo que es imposible que guarde un asiento en la ventana. Es fastidioso, porque jamás he logrado sentarme al lado de la ventana.

En eso, vi entrar a Yodo, la chica nueva que había llegado este semestre. También suele llegar temprano y se sienta tres puestos más atrás mío. Del lado de la pared. La miré sutilmente hasta que se sentó. Como siempre, llevaba sus audífonos puestos. Sonreí preguntándome a mi mismo porqué ella hacía eso. Es como si no quisiera oír a nadie... Como si no le importara nada ni nadie. Yo también tenía audífonos, pero estaba seguro de que al usarlos no lucía igual que como ella lo hacía.

Me gusta mirarla. Sí, porque me gusta observar ese aire de misterio que tanto emana. me gusta verla cuando llega, porque es algo antisocial y reservada;y lo es a tal punto, que no suele mirar a nadie más mientras camina. Y quizás eso es lo que me provoca tanta intriga. Usualmente las chicas nunca andan solas. Al menos no las que yo conocía... En serio... ni siquiera al baño iban solas. Me reí. Aunque en particular, ella camina bastante concentrada, mirando el piso, como si llevara un debate mental contra sí misma... pero sé que jamas me enteraría.

Volví a mirar las ventanas de enfrente. Solo se veía el cielo y algunas nubes ser movidas por el viento.

Ella jamas me lo contaría...

Jamas hablaría conmigo porque no lo hace con nadie en realidad. Siempre se queda en su asiento todo el día y no se mueve de ahí a no ser que sea la hora del almuerzo o la salida. ¿A caso era por ser tímida?

Al rato llegó Inojin. 


Habíamos sido compañeros en primer y segundo año, y ademas habíamos coincidido para este año y el cuarto. Boruto quedó en el curso de al lado, pero siempre viene a saludar durante los recreos. Ademas, estamos juntos en el equipo deportivo de la escuela. Siempre que llegaba conversábamos hasta que la sala se llenaba y el profesor entraba.

A la hora de siempre, ese día, también entró el profesor a la sala.

Nos tocaba con el profesor jefe del curso, y se veía de lejos que no traía buena cara.

—llevamos solo un mes de clases este semestre—hablo serio— y ya tengo diferentes reclamos de sus otros maestros. No puede ser que tenga que hacer esto con alumnos de tercero.

Todos estábamos en silencio.

El profesor suspiró.

—Buen. En vista de mejorar el ambiente de la clase, me vi en la obligación de asignar yo los puestos y a sus compañeros de asiento.

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