18) Yodo

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*Para disfrutar de una mejor ambientación, se recomienda leer el capítulo desde un computador, y darle play al video para escucharlo simultaneamente al ir leyendo (cuando probé la ultima vez, desde un celular no se podía hacer eso)*






El estomago todavía se me revolvía. Fueron apenas dos días...¿Cómo iba a cambiar en apenas dos días?

—¿Cómo te fue hoy?—mama me preguntó apenas detuvo el auto en casa.

—bien—No la miré. Mejor me bajé.

—¿Las practicas han ido bien?—se bajó también.

—Sí—comence a avanzar. No podía creer lo que había sucedido esa tarde. No podía.

Era extraño.

Y sabía que mamá me había visto. No quería mirarla. Sabía que debía estar imaginando otras cosas. La verdad es que esas cosas... No iban a cambiar a nunca.

«Levanté la vista para ver al susodicho de ojitos desde el jardín caminar hacia el pasillo. Otro escalofrío recorrió mi cuerpo cuando vi que tiro la supuesta barra de chocolate que me había dado.

Sentí nuevamente ese dolor en mi pecho.

¡Los sabía! ¡Lo sabía, lo sabía! Mis ojos se humedecieron de nuevo. ¡Maldito idiota! ¡Sabía que no debía!

Intenté tomar aire para destensar todo mi diafragma. Con mi brazo me seque las lagrimas. No iba a llorar por eso. Por suerte no le había recibido el regalo a ese estúpido idiota. Refregué mis ojos otra vez. Lo detestaba.

Me obligue a caminar hacia la salida. De cierta forma me felicitaba una y otra vez a mi mismo por no haber sido nuevamente tan ilusa.

Pero mi rabia no se iba. Mi rabia contra ese discurso falso y esa mirada de inocente que me ponía... ¡¿Cómo podía ser tan hipócrita?! ¡¿Cómo podía creer que yo era tan idiota?! ¡Estaba harta! ¡¡De todas esas cosas estaba harta!!... 


Y me dolía que fuera él... Bueno, nunca me permití confiar en él... Pero de cierta forma, ahora notaba que si hubiera esperado otra cosa de él. Qué idiota. ¿Sus ojos tranquilos me habían provocado algo de confianza? Mamá siempre dice que puedes ver el alma en esas cosas... Pero parece que yo nunca aprendí a ver nada. Todo el mundo me detestaba.

Pero sí. Sí esperaba que él... ¡A la mierda! Estaba harta!

Iba s encararlo. ¡Iba yo misma a encararlo! Apuesto a que se sorprendería si lo encaraba, y lo revelaba. Estaba harta que se aprovecharan de mi! ¡Ya estaba harta!!

Avancé a paso firme y me detuve frente a la maldita barra de chocolates. Tenía tanta rabia que medite el hecho de tarársela directo a la cara... Pero sería demasiado el golpe y no quería que me llevaran a dirección. Mejor simplemente se lo echaba en cara.

Tomé la barra y caminé aparatándola en mi palma. Lo odiaba. ¡Lo odiaba e iba a dejarle bien claro que a mi no me haría nada! ¡Nunca más permitiría que nadie me hiciera nada! ¡Nunca!

No estaba lejos. El idiota caminaba lento.»

—Hola mamá— mi hermano venía bajando por las escaleras— ¿Cómo está papá?

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