Capítulo 4: El vacío que deviene a la complacencia del deseo

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Capítulo 4: El vacío que deviene a la complacencia de deseo

El cuerpo de Clarke ardió de manera instantánea al sentir los dedos aterciopelados de Lexa, aferrándose a su nuca con la intención de intensificar el vehemente beso en el que estaba perdida. La espalda de la rusa se mantenía pegada sobre la puerta de su diminuto apartamento, completamente ida ante la necesidad de que Lexa la poseyera enteramente hasta sentirla más allá de su cuerpo.

¿Cómo habían acabado allí? Sencillo, porque estratégicamente el apartamento de Clarke convenía en cuestiones de distancias, y, sobre todo, era otra de las jugadas de la castaña para hacerse de la dirección de la rubia. Ya tenía la data completa de absolutamente todo, y aquello según ella, le daba total poder ante la ventaja: ahora sabría en dónde encontrarla, siempre.

Con sus labios, desesperados por calmar la sed libidinal, Lexa, se aferró al cuello de Clarke, quemándola con cada caricia nociva que junto a su lengua alcanzaban traspasar los límites de la lujuria de manera sagaz y única. Con lentitud y sin apuros la desnudó buscando que Clarke se consumiera en su propio deseo, y así, hacerla suplicar. Sus dedos finos y delicados recorrieron su piel desnuda hasta chocar con su humedad y se hundieron en la joven rusa sin demora, obteniendo un profundo y gutural gemido por parte de ella que sacudieron las cuatro paredes que formaban su hogar transitorio.

Extasiada, la embistió una segunda vez, consiguiendo que Clarke se encorvara sintiéndola muy dentro y parte de ella. Se movió sobre aquellos dedos aterciopelados buscando mayor efecto en la sensación, sin embargo, Lexa se detuvo; los quitó de su centro, y dándole la vuelta hizo que se recostara sobre la cama que estaba a pocos pasos de distancia.

Con la respiración acelerada y sin despegar la mirada de la empresaria, Clarke reposo sobre sus brazos todo el peso de su cuerpo sostenida por sus piernas que se mantenían abiertas y expectantes. Lexa, apreció la imagen que la rubia le brindó y comenzó a desnudarse casi de manera desesperada, pero sin perder la postura de dominio. Una vez que se encontró en la misma condición que la joven rusa, la volvió a acariciar fervientemente, y Clarke, cerrando sus ojos se tensionó entregada completamente a las sensaciones de las caricias de Lexa.

La empresaria comenzó a dejar besos húmedos por una de sus piernas, y a medida que se acercaba a su sexo, los gemidos de la rubia se intensificaron y su cuerpo reaccionó implorando piedad. Entonces, la lengua de Lexa llena de vivacidad, acarició el punto exacto que hizo que Clarke se aferrara con fuerza a las sábanas e inclinara su cadera hacia la boca de la castaña para de esa forma, poder sentirla aún más. La joven londinense, sonrió entre las piernas de su presa y disfrutó cada acción de reacción ante el estímulo generado por ella misma en aquel cuerpo que consideraba de su propiedad. Se hundió en la joven rusa, calmando aquella sed de deseo que la había torturado. Se embriagó de ella, de su sabor, con sus gemidos guturales que la extasiaban y la transportaban a otro nivel de goce. En cuestión de segundos, la rubia estalló en un flameante orgasmo en la boca de la empresaria, pero no fue suficiente para Lexa, porque aún con el cuerpo temblándole, hizo que Clarke se diera la vuelta, le encorvó la espalda, levantó su cadera y la dejó expuesta a ella, viendo la humedad de su sexo frente a sus ojos; y sin demorar hundió dos de sus finos y largos dedos dentro de la rubia. La embistió una y otra vez, y el cuerpo de Clarke en un estado de frenesí extremo, comenzó a reaccionar y moverse al ritmo de las embestidas, buscando liberarse nuevamente con diferencia de minutos.

Con la respiración colapsada, las pulsaciones aceleradas y el cuerpo alucinando en lujuria, explosionó en una última envestida que provocó que se desplomara entre sus sábanas.

Con los ojos cerrados, e intentando recuperar el aire, Clarke sintió el cuerpo de Lexa recostarse sobre el suyo, y se permitió disfrutarlo unos cuantos minutos. Su piel sintiendo la de la castaña, irradiando aquel aroma tan afrodisiaco que la cautivaba como a nadie. Y aunque se sentía exhausta se resistió a dar por finalizado el encuentro con el que tanto había fantaseado. Se movió de manera sutil, e hizo que Lexa, se recostara de costado sin apartar la vista de la joven rusa. Sin pronunciar alguna palabra, Clarke se enredó nuevamente en los labios de la empresaria y la besó encendiendo nuevamente el hambre voraz en ambas, apetito insaciable que les costaba satisfacer cuando sus cuerpos se llamaban con tanta avidez.

The Only exception [CLEXA AU] ( Continuación del Oneshot "Tren a Francia")Donde viven las historias. Descúbrelo ahora