Capítulo 1: 4 de junio

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THE ONLY EXCEPTION

Capítulo 1: 4 de junio

Lexa, observaba por encima de su hombro a las personas que circulaban con prisa a su alrededor, mientras ella, sumergida en ansias, esperaba divisar a aquella joven rusa que, con su particular y alucinante entusiasmo desbordado de misterio, había logrado cautivarla a tal punto, que se había vuelto una necesidad poderosa el volver a cruzarla. Sin embargo, no pretendía mostrarse desesperada, ya que no era una actitud acorde a la de una mujer como ella.

Hacía un mes exacto que Clarke le había propuesto regresar al mismo lugar en dónde se habían conocido, con la promesa de revivir una vez más, la excitante experiencia que habían podido compartir en el escaso tiempo que tuvieron.

De pie, en el andén asignado, manteniendo la postura elegante y profesional que caracterizaba a la castaña empresaria, aguardaba al tren que la llevaría de regreso a su ciudad natal, llena de incertidumbre; incertidumbre que detestaba; suspiró, y se maldijo a ella misma, siendo consciente de la situación impulsiva y poco pragmática que había elegido atravesar y se cuestionó qué idea alocada cruzó por su mente para decidir estar allí parada, permitiéndose impulsar por el atractivo de una promesa que claramente se estaba esfumando, exponiendo su imagen de una forma grotesca.

Los minutos siguieron avanzando y consiguieron que Lexa, exasperada, volviera a maldecir con enfado, sumando nuevos pensamientos de reproche a su mente tales como el aplazar tanto trabajo en Londres en vano por dos largas semanas, porque claramente Clarke no aparecería. Todo resultaba ser una gran pérdida de tiempo, todo por una estúpida idea de aventura a la que nunca debió acceder y menos darse el lujo de fantasearlo en su mente. Se enojó con ella misma por apartarse de su manera de manejar y controlar todo y por retrasarse en lo que realmente importaba en su vida: su trabajo y su éxito. No obstante, no quiso hacerle frente a la frustración que traía encima para no acrecentar el mal humor.
Situaciones así, eran por las que ella no tenía citas, ni repetía encuentros casuales muy a menudo si no era por decisión propia, ya que no le encontraba sentido darle el poder a otra persona de arrastrarla y controlarla a su gusto y antojo. Aferrarse a alguien de manera sentimental o no, o sea el esperar algo de un otro, lo consideraba completamente estúpido. Pese a eso, sin notarlo con anterioridad, había caído en lo que no profesaba, he ahí su enojo con ella misma.

Comprobó la hora en su reloj, se acomodó el cabello, su traje y mantuvo la postura elegante y profesional una vez más. Alexandra Woods, no era alguien con la que se podía jugar. Jamás saldría corriendo nuevamente detrás de nadie, no se permitiría obnubilar la mente nuevamente nunca más por nadie, no volvería a cometer el mismo error, era la primera y la última vez que pasaría, lo tenía muy seguro. Los demás eran quienes debían correr detrás de ella.

Levantó su equipaje ligero que tenía a un costado y en cuanto el tren abordó, se subió y enseguida buscó su asiento para acabar con aquella locura de una vez. Volvería a su vida, a su trabajo en Londres y olvidaría toda lo que invadió su cabeza durante esos días.

Aquella vez no hubo ninguna rusa desalineada corriendo el tren para que no la dejaran, no hubo nadie de la que se sintiera atraída y entretuviera su viaje, tan solo era la solitaria y frustrada mujer que intentaba concentrarse en una lectura para nada interesante, para calmar la furia que todavía sentía con ella misma.

Observó un instante por la ventanilla cómo el paisaje iba cambiando a medida que el tren avanzaba, y apartando todo de su mente se concentró nuevamente en la lectura. Solo esperaba llegar pronto a Londres y retomar su vida. Necesitaba sentirse ella misma otra vez. La fría mujer que no se apegaba a nada, que no demostraba sentimientos ni flaquezas, que mantenía su postura erguida para demostrar poder y liderazgo. La que no se dejaba llevar más que por sus impulsos, pero sin permitirse atarse a nada. Eso la mantenía cuerda y con los pies en la tierra, con éxito y lejos de todo sentimiento que consideraba estúpidamente propio de la debilidad humana. Su forma de vivir tal vez, a muchos no les cerraba ni convencía, comenzando por las personas más allegadas, sin embargo, ella podía asegurar que su forma de ser y vivir le permitían ser feliz. Su historia la había vuelto, según ella, fuerte, y aquel desliz inoportuno le sirvió para recordarle qué era lo que movía a su espíritu de triunfo. Un deslumbramiento momentáneo no podía ser motivo de pérdida de control de lo que prácticamente en su vida entera había logrado domar. Cualquier tipo de afecto para ella significaba debilidad. El amor, según su lógica era debilidad. Su filosofía radica en que un alma sin apegos no flaquea, no sufre. Un alma fría logra vivir muchos más años que un alma débil ante el afecto. El egocentrismo y egoísmo reinaban en cada detalle de su vida, y en ellos se creía feliz. Sin embargo, aquella joven rusa, había despertado y contagiado un espíritu nuevo en Lexa, que iba contra todo su ideal de vida perfecta. Había despertado, tal vez, un espacio desconocido en su alma, que le causaba tanto misterio que le dio el poder necesario para llamar su atención y cautivarla de cierta forma. Se había arriesgado, había hecho frente a sus propias convicciones, y lo que consiguió fue confirmar sus teorías pesimistas, todo el mundo termina fallando, por eso jamás hay que depender de nadie. Clarke de cierta forma le había fallado. ¿Pero qué esperaba? Había puesto su confianza a una total desconocida con la que había tenido un magnifico sexo. Nada más, sólo sexo. Pese a eso, le entregó aquello que jamás le entregó a nadie. El beneficio de la duda, una oportunidad, su propia confianza. Pero la joven londinense no volvería a cometer el mismo error. Aquel instante lo tuvo claro.

The Only exception [CLEXA AU] ( Continuación del Oneshot "Tren a Francia")Donde viven las historias. Descúbrelo ahora